Como parte de la especialización que estoy llevando de innovación estratégica, hay un curso que se llama «Confianza Creativa y Potencial Innovador», en el que nos enseñan que todos los seres humanos somos creativos, pero que por diversas razones no descubrimos ni explotamos todo nuestro potencial: por miedo al qué dirán, por miedo a expresar nuestros puntos de vista y ser rechazados, por miedo al bullying, etc.
En ese proceso de autoconocimiento al que nos remite el curso, nos dejaron una tarea bien interesante que quiero compartir con ustedes, y que les recomiendo que hagan por lo menos una vez en la vida. El ejercicio es el siguiente:
Ejercicio # 1: Responder a la pregunta: «¿Cómo es el Perú en el que te gustaría vivir?», escribe tus ideas y, luego escribe una texto completando la siguiente oración: “Para hacerlo realidad, yo puedo ….”
Como ven, el ejercicio nos invita a imaginar cómo es ese país en el que nos gustaría vivir, pero no sólo se queda en eso, también nos propone que seamos parte activa en la construcción de esa sociedad en la que tanto anhelamos habitar. A continuación, les comparto mi respuesta a este ejercicio, y los invito a tomarse un tiempo de reflexión para desarrollarlo.
Me gustaría vivir en un Perú igualitario, en el que no existan injusticias, racismo, ni ningún tipo de discriminación ni brechas sociales. Un país en el que no exista la corrupción ni la violencia, donde todos los ciudadanos podamos tener acceso a las condiciones básicas para vivir (agua y desagüe, luz, etc.) y a un trabajo digno en las condiciones que nos merecemos.
Un país donde se reconozca el aporte de los bomberos, médicos, maestros y otros héroes del día a día y que puedan recibir un salario y beneficios laborales acordes a sus funciones. Un país donde emprender sea fácil, y donde todas las personas puedan formalizar sus negocios para generar prosperidad y desarrollo económico al país, sin ser explotados por las entidades fiscalizadoras del Estado.
Un país donde hombres y mujeres tengamos las mismas oportunidades en distintos aspectos, especialmente laborales y donde el machismo, el acoso callejero y los feminicidios sean cosa del pasado. Un país donde me pueda sentir tranquila caminando en cualquier momento del día y que no esté como paranoica pensando que en cualquier momento me pueden asaltar, secuestrar, violar y hasta asesinar.
Un país donde deje de existir el racismo, donde no tengamos que ver en distintos locales carteles que digan “se reserva el derecho de admisión”, donde los anuncios de trabajo dejen de indicar que se solicita “buena presencia” para el puesto, donde se deje de “cholear” a la gente y donde te dejen de juzgar por tu apellido. Al final, todos somos una mezcla y en el Perú “el que no tiene de inga, tiene de mandinga”.
Un país con políticos de verdad, que se preocupen por los ciudadanos, donde nuestro Congreso deje de ser el circo que es y dejemos de vivir bajo el concepto de “roba, pero hace obra”. Un país donde se erradique la mentalidad de “Pepe, el vivo”, donde la gente respete las normas de tránsito, donde no boten basura en la calle y devuelvan ese vuelto que les dieron de más, aunque se trate de algunos centavos.
Un país moderno, en el cual se invierta en tecnología para mejorar la calidad de vida de los habitantes. Imagino un modelo de salud pública eficiente, donde los médicos y enfermeros que trabajen para el Estado estén capacitados para brindar atenciones de calidad y donde existan hospitales, postas y centros médicos cerca de cada una de las poblaciones a lo largo y ancho de nuestro país, con infraestructura médica de primera y hospitales con la capacidad necesaria para ayudar a todos los pacientes sin importar su condición. Donde la gente deje de fallecer en camino al hospital más cercano.
Un país en el que tener acceso a una buena educación no sea privilegio de uno pocos. Donde la educación pública pueda ser igual o mejor que la privada. Donde existan colegios y universidades públicas con infraestructura que permita desarrollar los conocimientos y competencias necesarias de los estudiantes. Con una reforma educativa que cambie la malla curricular y pase de ser netamente memorística, a una que permita desarrollar el pensamiento crítico de los estudiantes y, a través de la cual, se fomenten los valores y la aceptación de la diversidad y la tolerancia. Me imagino a los colegios y las universidades como esos centros en los que se formen realmente ciudadanos de bien para el futuro de la Nación.
Un país en el que las empresas, nacionales o extranjeras, no sólo busquen su beneficio individual y egoísta a costa de los consumidores y del medio ambiente. Donde las empresas sepan el importante papel que juegan en el desarrollo económico del país y se preocupen por ofrecer los mejores productos y servicios a todos sus clientes. Un país donde las grandes corporaciones no nos engañen con sus ofertas y propuestas de «valor» y nos vendan productos o servicios «baratos» pero perjudiciales para nuestra salud e integridad física.
Un país en el que nos preocupemos por el medio ambiente y por el planeta, donde el reciclaje sea parte de nuestro día a día y la sostenibilidad se vuelva parte de nuestro vocabulario. Donde seamos conscientes que todo lo que hagamos en el presente va a tener un impacto (positivo o negativo) en el futuro.
Finalmente, me gustaría vivir en un país en el que “el mejor amigo de un peruano sea otro peruano”, donde no sólo tratemos bien a los extranjeros y entre nosotros nos saquemos el ancho. Un país con ciudadanos que aspiren cada día a ser mejores, que no se conformen con lo que tienen y que traten de desafiar el status quo cada vez que puedan para mejorar nuestra sociedad. Que no busquen hacer lo mínimo indispensable, sino que luchen por hacer que cada día valga la pena y sea mejor que el anterior.
Para hacerlo realidad, yo puedo ser un ejemplo positivo en mi comunidad, en mi trabajo y con mi familia, respetando al prójimo y las normas de convivencia ciudadana, tratando en todo momento de cuidar el medio ambiente. Puedo, a través de mi trabajo, desarrollar proyectos de innovación, que además de ser buenos para la empresa, también sean buenos para todos los stakeholders. Puedo seguir potenciando este blog para inspirar y ayudar a futuras emprendedoras y emprendedores a lograr sus objetivos. Y además, podría dictar charlas en centros educativos para concientizar a los estudiantes de que debemos preocuparnos por el prójimo y el medio ambiente, y ser consciente del impacto de nuestras acciones en el futuro.