Confesión #18: Una enfermedad me hizo reflexionar acerca de la importancia de la salud

Me disculpo por no haber podido escribir el domingo pasado, pero no crean que dejé de escribir por flojera o por haberme olvidado, sino porque estaba internada en la clínica, y era un poco difícil encontrar inspiración estando conectada a una máquina que te pasa suero y antibióticos 24/7  y con médicos y enfermeras entrando en tu cuarto cada par de horas. Todo este tiempo enferma me ha hecho reflexionar acerca de cómo debemos cuidar nuestra salud si queremos alcanzar nuestras metas, y me gustaría compartir con ustedes estas reflexiones.

Todo empezó el lunes 14/11 cuando llegué a Cusco para una semana de vacaciones, que en verdad resultó todo lo contrario a lo que me imaginé. Bajé del avión y además del soroche por la altura, estaba con 40°C de fiebre que no me bajaron en un par de días. Como la situación se volvió insostenible (no es posible tener tanta fiebre, tantos días), el miércoles mi mamá me llevó a una clínica en Cusco, a hora y media de distancia (en taxi, quizás en transporte público el tiempo se hubiera duplicado) del pueblo donde nos estábamos alojando, ya que en éste no encontramos ni farmacias ni hospitales cerca.

Acá empezó mi primera reflexión: ¿cómo es posible que la gente que vive en provincias, alejados de las capitales provinciales, cuando necesita una atención de urgencia tenga que tomar una movilidad y transportarse horas para llegar a un lugar decente donde poder atenderse? ¿Dónde está el Ministerio de Salud que no hace un mapeo actualizado de todas las instituciones de atención de salud públicas y privadas del país y promulga alguna directiva en la que se indique que cada distrito y pueblo a nivel nacional debe contar con un centro de salud equipado con tecnología de punta y con buena infraestructura? ¿En qué se gasta el presupuesto de este Ministerio si no es repotenciando los centros de salud a nivel país y mejorando las capacidades del personal médico que atiende a los ciudadanos? Me pongo a analizar mi caso, y en verdad, no es nada comparado con las enfermedades que pueden sufrir los pobladores de ese distrito día a día. Yo estuve una semana por allá y trasladarme a un centro de salud fue toda una travesía, no me imagino todas las complicaciones que esto debe generar en los pobladores oriundos, cada vez que se enferman.

Me apena pensar que porque vivo en la capital si tengo acceso rápido a un establecimiento de salud con atención de calidad, y que la gente que no vive en Lima tiene muchas más dificultades y desventajas a la hora de encontrar un centro de salud al cual acudir. No deberían existir esas asimetrías de acceso a los servicios básicos, y la salud es uno de ellos. La palabra clave en este contexto y en muchos otros es la descentralización. Sin salud no hay nada, así de simple. Y el poder acceder a un hospital o una clínica no debería ser un privilegio de pocos. El sólo pensar cuántas personas deben haber fallecido en esos largos trayectos para llegar a un hospital, hace que se me estruje el corazón.

Después de estar unas horas en la clínica en Cusco, que parecía una clínica que se había quedado atrapada en el tiempo, hace unos 15 a 20 años atrás, por el tema de la infraestructura y los métodos y equipamientos para la atención médica, me empecé a sentir mucho mejor. Segunda reflexión, el Ministerio también debería auditar con mayor frecuencia a todas las clínicas particulares a nivel nacional, ya que el hecho que sean organismos privados no quita que le estén brindando un servicio básico a la ciudadanía, y que deberían tener todas las garantías de un servicio de calidad y cumplir con las normas establecidas a nivel de procedimientos de atención en salud.

Como el jueves ya me sentía bastante mejor, pude completar lo que faltaba del tour, ya que había perdido tres días por estar enferma. El viernes en la noche mi situación de salud volvió a empeorar, pero felizmente el sábado a primera hora volvíamos a Lima. No sé si fue Murphy, pero el sábado que quería regresar lo más rápido posible a Lima, mi vuelo se retrasó un poco más de una hora. Pensándolo bien, no creo que haya sido Murphy, creo que fue la llegada de algún Presidente al foro de la APEC lo que hizo que se cambie toda la programación de vuelos en el aeropuerto Jorge Chavez.

Una vez en Lima, dejé mis maletas y armé una más pequeña porque lo más probable era que me quedara internada en la clínica. Dicho y hecho, me internaron el sábado en la noche y estuve hasta el día jueves que me dieron de alta. Luego del alta, estoy en mi casa con reposo absoluto, ya que esta enfermedad requiere de eso para curarse.

Como les comenté al inicio, todo este tiempo hospitalizada y con descanso médico me hizo pensar varias cosas:

  • Las dos primeras, ya se las comenté anteriormente: no es justo que exista gente que no tenga acceso rápido a una atención médica de calidad y que deba trasladarse grandes distancias para llegar a un centro de salud donde poder ser atendido. Además esta situación podría considerarse anticonstitucional, ya que si nos remitimos a la Constitución Política del Perú de 1993 (que acabo de chequear) se nos dice lo siguiente:

TITULO I DE LA PERSONA Y DE LA SOCIEDAD

CAPITULO I DERECHOS FUNDAMENTALES DE LA PERSONA

Artículo 2.- Derechos fundamentales de la persona Toda persona tiene derecho: 1. A la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar. El concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le favorece. 2. A la igualdad ante la ley. Nadie debe ser discriminado por motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquiera otra índole.

Fuente: PCM

  • El hecho de tener integridad física, moral y psíquica es un derecho fundamental de la persona, y tener un buen estado de salud es parte de esa integridad. Además, dice que no debemos ser discriminados por ningún motivo, pero en el tema de acceso a la salud, si existe discriminación para aquellos que no viven cerca a las capitales provinciales y regionales.

CAPITULO II DE LOS DERECHOS SOCIALES Y ECONÓMICOS

Artículo 7.- Derecho a la salud. Protección al discapacitado Todos tienen derecho a la protección de su salud, la del medio familiar y la de la comunidad así como el deber de contribuir a su promoción y defensa. La persona incapacitada para velar por sí misma a causa de una deficiencia física o mental tiene derecho al respeto de su dignidad y a un régimen legal de protección, atención, readaptación y seguridad.

Artículo 9.- Política Nacional de Salud El Estado determina la política nacional de salud. El Poder Ejecutivo norma y supervisa su aplicación. Es responsable de diseñarla y conducirla en forma plural y descentralizadora para facilitar a todos el acceso equitativo a los servicios de salud.

Fuente: PCM

  • Tenemos indicado en la Constitución el derecho a la salud, pero como sabrán ese derecho no tiene validez alguna para las poblaciones más vulnerables en nuestro país. Asimismo, se supone que contamos con una Política Nacional de Salud a cargo del Ejecutivo, y si ven en el Artículo 9 se menciona la «palabra mágica»: descentralizadora. Pero esa palabra creo que más parece una lisura, ya que, nadie quiere mencionarla, y a la fecha no veo acciones tangibles en este sector para impulsarla de manera generalizada.
  • Dejando de lado la Constitución, también me puse a pensar en lo frágiles que somos los seres humanos. Si se ponen a pensar, somos un conjunto de huesos, órganos y músculos envueltos en una bolsita de piel. Cómo no pensar en esa fragilidad si nos podemos cortar con cosas tan simples como una hoja de papel. Y recién cuando somos conscientes de esa fragilidad es que empezamos a cuidarnos.
  • No somos superhéroes y superheroínas todopoderosos, somos seres humanos con una misión en esta vida. Creo que parte de nuestro paso por la vida es descubrir cuál es esa misión especial y centrar todos nuestros esfuerzos en cumplirla, y si necesitamos ayuda en el camino, no está mal levantar la mano y pedir ayuda. Uno de los grandes problemas que puede afectar nuestra salud es creernos autosuficientes: sino pedimos ayuda, tarde o temprano vamos a colapsar, y una vez que colapsemos ¿quién se va a encargar de cumplir nuestra misión, si cada persona tiene la suya propia?
  • Descubrí que el estrés realmente baja las defensas del cuerpo. Las semanas previas a mis vacaciones estuve tan enfocada en dejar todo perfecto para que mi ausencia no se sintiera en la oficina, que me autosometí a una presión descomunal, para tratar de cerrar todos mis pendientes y eso estuvo mal, ya que creo que fue en parte lo que hizo que me contagiara de esta enfermedad.
  • Reflexioné acerca de los malos hábitos de alimentación que tenía. Todos los días iba a la oficina sin desayunar, me compraba sandwiches de dudosa procedencia en la calle por la falta de tiempo, tomaba de 3 a 4 tazas diarias de café para potenciar mi rendimiento (y porque es rico también), hay días que no almorzaba o los días que si almorzaba, me embutía el almuerzo en 15 minutos o menos para ganar el resto de la hora de refrigerio en seguir chambeando, me quedaba más allá de mi horario de salida, etc. Por favor, no sean como yo!!! Yo ya estoy aprendiendo a querer mi salud cada vez más, porque estar con descanso médico no es para nada agradable.
  • Yo no tengo hijos, pero si familia, y quiero estar bien de salud para ellos: para poder pasar más tiempo juntos, para poder salir a pasear, para viajar, etc. Y si tienen hijos con mayor razón tienen que cuidarse. Cuídense por ustedes mism@s y por ell@s.
  • Ahora que estuve internada y que me encuentro con descanso médico, tuve que dejar por unos días mis proyectos de emprendimiento y el blog, porque no me sentía para nada bien. Si me hubiera cuidado más, quizás no me habría enfermado. Pero no es momento de llorar sobre la leche derramada: simplemente esta experiencia que estoy viviendo, me ha abierto los ojos y sé que debo hacer cambios estructurales en mi estilo de vida si quiero recuperarme pronto y no tener recaídas o nuevas enfermedades, y poder seguir enfocándome en mis objetivos y en cambiar el mundo aportando con mi granito de arena a la sociedad.

Finalmente quiero terminar con estos pensamientos acerca de la salud:

La salud es la riqueza real y no piezas de oro y plata.-Mahatma Gandhi

Mantener el cuerpo con buena salud es un deber, de lo contrario no seremos capaces de mantener nuestro cuerpo y mente fuertes y claros.-Buddha

La primera riqueza es la salud.-Ralph Waldo Emerson

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Confesión #17: Debo eliminar la palabra miedo de mi vocabulario

Durante esta semana tuve una crisis existencial como emprendedora. Me di con la sorpresa que mi único competidor en el Perú, había lanzado la versión beta de una plataforma bastante similar a la que yo también me encuentro desarrollando, como parte del programa de incubación en el que estoy participando.

Lo que siguió después de ese (no tan grato) descubrimiento, fue una montaña rusa de emociones. Empezando por la negación: «esto no puede estar pasando», siguiendo con la frustración: «¿cómo no se me había ocurrido lanzar la plataforma antes?», para luego pasar a una etapa de auto sabotaje: «quizás no sea yo la persona correcta para llevar a cabo esta idea» y finalmente terminar con las ganas de querer tirar la toalla en ese preciso instante y preguntarme si realmente valía la pena todo el esfuerzo que le estoy dedicando a este proyecto.

Además de todo eso, me empezó a invadir una sensación extremadamente negativa que pude identificar como miedo. Ese miedo me empezaba a paralizar poco a poco, recorriendo cada parte de mi cuerpo y absorbiendo toda la energía positiva (o lo poco que me quedaba) en ese momento (como cuando un dementor se te acerca y comienza a succionar todos tus recuerdos felices, hasta convertirte en el ser más miserable del planeta).

Traté de identificar a qué sentía miedo de manera específica, pero surgieron un montón de ideas en mi cabeza que tuve que anotar en un papel en ese momento y que ahora las transcribiré en este post, como una forma poco ortodoxa de hacer catarsis:

  • Tenía miedo de creer que ya está todo creado en este mundo y que los inventos en sí, son sólo modificaciones de cosas ya existentes.
  • Miedo de que no se me vuelva a ocurrir una idea tan interesante como la del proyecto que estoy desarrollando
  • Miedo a quedarme atrapada en la fase de ideación: que todas mis ideas se queden sólo en el papel y que nunca llegue a ejecutar ninguna
  • Miedo de que todas las ideas que se me ocurran, no sirvan para nada
  • Miedo de no poder emprender de verdad
  • Miedo de nunca poder realizar ningún cambio importante en la sociedad
  • Miedo de no trascender
  • Miedo de querer abarcar tantas cosas a la vez, que ni sé por dónde empezar
  • Miedo de no poder ordenar mis ideas
  • Miedo de no conseguir un equipo de personas que se enamoren de mi proyecto tanto como yo
  • Miedo de no tener los contactos suficientes que me ayuden a despegar esta iniciativa
  • Miedo de colapsar
  • Miedo de no poder emprender si es que no renuncio a mi chamba
  • Miedo de que si me quedo sin chamba fija, me voy a convertir en una carga para mi familia
  • Miedo de quedarme encasillada en el mundo empresarial y jamás poder emprender por mi cuenta
  • Miedo de fracasar
  • En resumen, tengo miedo de que todos estos miedos me paralicen por completo

Ahora que me pongo a leer de nuevo esa lista, la verdad es que son conceptos bastante desalentadores, que lo único que buscan es desanimarme, para que tire la toalla y no haga nada más allá que seguir viviendo de la forma en la que normalmente lo hago, sin desafiar el status quo.

Siento que es como si Tristeza, de la película Intensa-mente, se hubiera apoderado del tablero de control de mi cerebro. Pero pensándolo bien, yo no soy así. No soy de las personas que abandonan todo cuando se enfrentan a la primera situación complicada y no me voy a dejar vencer por todos esos pensamientos nefastos. Vengo de una familia de guerreros, y he visto a mis padres y abuelos enfrentar situaciones bastante difíciles y salir airosos, por lo que está en mi ADN ese espíritu de lucha por alcanzar mis objetivos. Esta pequeña crisis existencial no se compara, para nada, a los grandes problemas que aquejan a la humanidad y por los que tenemos que trabajar unidos como sociedad.

Para salir de este círculo vicioso de pensamientos negativos, tuve que recurrir a mi familia y amigos cercanos para que me inyecten una buena dosis de «desahuevina» que necesitaba con urgencia.

Un amigo me dijo que no necesariamente el que llega primero es el mejor, o el que va a tener éxito. Son los que trabajan de manera constante y consciente los que logran tener buenos resultados. Y mi mamá, tan sabia ella, me dijo que debía dejar de gastar toda la energía en deprimirme y auto sabotearme y ponerme a pensar en cómo darle vuelta a la situación y generar ideas alternativas que quizás no estaba considerando en mi ecuación inicial.

Si ya lanzaron una plataforma parecida a mi idea original, creo que llegó el momento de pivotear. Debo quedarme con la esencia de lo que quiero lograr con mi proyecto y volver a cuestionarme absolutamente todo. Si bien va a tomar un poco más de tiempo, estoy realmente convencida de lo quiero lograr y del impacto positivo que puedo generar. Y bueno, debo empezar ya, porque el tiempo vuela.

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Confesión #16: Logré curarme de la temida «eventitis»

Aunque me dé un poco de vergüenza admitirlo, cuando me inicié en el mundo del emprendimiento en julio del 2015, llegué a contagiarme un poco de lo que en más de una ocasión he escuchado llamar «eventitis»: asistir de manera compulsiva a cuando evento de emprendimiento encontremos,  utilizando nuestro tiempo en asistir a tantas charlas y conferencias, que descuidamos el tiempo que le dedicamos a nuestros propios proyectos.

Prácticamente, entraba todos los días a Joinnus o Eventbrite para chequear las charlas y conferencias en temas relacionados a emprendimiento e innovación, me inscribía, los agendaba en mi calendario y me sentía «feliz» por tener una agenda llena de actividades durante la semana.

Mi filosofía siempre ha sido que hay que sacarle el máximo provecho a nuestro tiempo, pero gracias a la experiencia, me he dado cuenta que lo que realmente importa es la calidad de las cosas que hagamos en ese tiempo, en lugar de la cantidad de cosas que queramos hacer: es mejor hacer una cosa, bien hecha, que agregue valor y genere impacto, que cientos de cosas con resultados vacíos y poco trascendentes para acercarnos a nuestros objetivos, que a veces, ni logramos completar.

Luego, iba a los eventos, algunos más interesantes que otros, tomaba notas de lo que consideraba importante, si tenía tiempo, las subía a twitter (ya que creo que mientras más compartamos el conocimiento y la información, vamos a lograr inspirar y ayudar a otras personas a que creen cosas sorprendentes que nos pueden ayudar como sociedad) y apenas acababa el evento y decían que iba a haber un espacio para networking, cogía mis cosas y salía (literalmente) corriendo, porque como ya les había comentado en un post anterior, me aterra hacer networking (aunque es algo que poco a poco estoy empezando a manejar, ya que no puedo ir por la vida cual avestruz, enterrando mi cabeza en el suelo para no tener contacto con la realidad y evadir la interacción con otras personas.)

Y lo que me hizo abrir los ojos y autodiagnosticarme «eventitis», fue que cuando conversaba con algunas personas en estos eventos y me preguntaban acerca de mi proyecto, les comentaba que estaba en la fase de ideación y que pronto iba a empezar a trabajar para aterrizarlo. Pero el roche surgía cuando la misma persona a la que conocí en un evento hace tres meses me volvía a hacer la misma pregunta y mi respuesta seguía siendo exactamente la misma. Eso me hizo pensar que en esos tres últimos meses no había hecho absolutamente nada por mi proyecto, más que inscribirme en cuanto evento pudiese. Y esa fue la alerta roja que me hizo darme cuenta que tenía que hacer un cambio radical en mi vida como emprendedora.

Así que, lo hoy quiero compartir con ustedes, son esas reflexiones que me ayudaron a curarme de esta «enfermedad» que nos puede afectar como emprendedoras y emprendedores de manera consciente o inconsciente:

  • Todo parte de la premisa de pensar en nuestro tiempo como el recurso más preciado que tenemos, más aún que el dinero (ya que el tiempo no lo podemos recuperar), así que debemos analizar bastante bien en dónde vamos a realizar esa valiosa inversión.
  • Pregúntense si ustedes colocarían su dinero en cualquier inversión sin siquiera realizar el mínimo análisis o preguntar cuál será su retorno o ganancia. Piensen igual con su tiempo: pregúntense ¿qué voy a ganar yendo a este evento? ¿va a contribuir con mi formación personal o profesional? ¿de qué manera? ¿lo que se va a tratar está alineado con mi proyecto? ¿van a asistir personas con las que quisiera asociarme o que podrían ser mis clientes potenciales?, etc. Una vez que tengan todo eso mapeado, recién les recomendaría inscribirse, ya que le sacarán mayor provecho a esa inversión de tiempo que piensan realizar. Y si las respuestas a esas preguntas no llega a convencerlas, pues entonces quédense en su casa u oficina chambeando duro en sus emprendimientos.
  • Otra recomendación es que asistan a los eventos de networking con una idea clara de lo que es su proyecto o empresa y de lo que quieren alcanzar. Su tiempo es tan valioso como el de la persona que los va a escuchar. Así que, si pueden ir con una idea clara que puedan explicar en dos minutos o menos (sin llegar a ser ametralladoras y aturdir a su interlocutor con tantas ideas a la vez) entonces están en buen camino. Como dijo Albert Einstein: «si no lo puedes explicar con simplicidad, es que no lo entiendes bien». Además, si lo queremos es buscar socios ¿cómo vamos a encontrar y convencer a la persona idónea, si nosotras mismas no sabemos lo que queremos y no tenemos una idea aterrizada aún?
  • No tengan roche de sacar un cuaderno y un lapicero en los eventos a los que vayan. La memoria es frágil, así que mientras pongan todo lo que aprendan en blanco y negro, mejor. Quien sabe si las ideas o conceptos que rescaten de esos eventos puedan aplicarlas a sus emprendimientos actuales o futuros.
  • Hay que tener cuidado también con creer todo lo que escuchamos. Antes de asistir a un evento les recomiendo ahondar en los CV’s de los speakers, porque si vamos a invertir nuestro tiempo, por lo menos que sea escuchando a personas que realmente saben de lo que hablan, y no a autoproclamados gurús del emprendimiento que no han emprendido nada y que se jactan de saber la receta del éxito sólo por tener un cartón con un título bonito en otro idioma o por haberse leído todos los libros de metodologías que existen en la faz de la tierra. No se dejen engañar por los eventos «mágicos» que les prometen el éxito de la noche a la mañana, ya que lo único que nos puede ayudar a lograr el éxito, es el trabajo duro, la pasión por lo que hacemos y el saber levantarnos de cada caída que tengamos.
  • No hay que caer en el error de ir a los eventos para ser parte de un selecto «club de emprendedores», ya que los emprendedores y emprendedoras que realmente generan impacto, son aquellos que se pasan día y noche desarrollando sus proyectos. Además, ¿de qué nos sirve ir a conocer a la gente correcta, si no tenemos un proyecto medianamente encaminado para presentarles?

Lanzarnos a emprender nos enseñará más que cualquier charla o evento de emprendimiento al que asistamos. Una cosa es escuchar la experiencia de otros y obtener buenas prácticas y consejos útiles, pero otra muy distinta es estar en la trinchera y tener que hacer frente a los obstáculos que se presenten día a día para sacar nuestro emprendimiento adelante.

Obviamente, ustedes están en su derecho de no hacerme caso y seguir asistiendo de manera compulsiva y sistemática a cuando evento se les presente, pero creo que para ser emprendedoras y emprendedores debemos en primer lugar, emprender, ya que, de otra forma, sólo seríamos emprendedores de eventos o emprendedores de finta o para la foto.

Finalmente, creo que se necesita mucho más que eventos puntuales para generar un ecosistema de emprendimiento. Se necesita articular estos eventos para que no sólo sean esfuerzos aislados, sino cuya realización e impacto ayuden en la construcción de ese sólido ecosistema que tanto deseamos. Y obviamente, se necesitan emprendedoras y emprendedores dispuestos a luchar y a trabajar duro para hacer de sus proyectos un realidad y contribuir con sus empresas a mejorar nuestra sociedad.

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