Aunque me dé un poco de vergüenza admitirlo, cuando me inicié en el mundo del emprendimiento en julio del 2015, llegué a contagiarme un poco de lo que en más de una ocasión he escuchado llamar «eventitis»: asistir de manera compulsiva a cuando evento de emprendimiento encontremos, utilizando nuestro tiempo en asistir a tantas charlas y conferencias, que descuidamos el tiempo que le dedicamos a nuestros propios proyectos.
Prácticamente, entraba todos los días a Joinnus o Eventbrite para chequear las charlas y conferencias en temas relacionados a emprendimiento e innovación, me inscribía, los agendaba en mi calendario y me sentía «feliz» por tener una agenda llena de actividades durante la semana.
Mi filosofía siempre ha sido que hay que sacarle el máximo provecho a nuestro tiempo, pero gracias a la experiencia, me he dado cuenta que lo que realmente importa es la calidad de las cosas que hagamos en ese tiempo, en lugar de la cantidad de cosas que queramos hacer: es mejor hacer una cosa, bien hecha, que agregue valor y genere impacto, que cientos de cosas con resultados vacíos y poco trascendentes para acercarnos a nuestros objetivos, que a veces, ni logramos completar.
Luego, iba a los eventos, algunos más interesantes que otros, tomaba notas de lo que consideraba importante, si tenía tiempo, las subía a twitter (ya que creo que mientras más compartamos el conocimiento y la información, vamos a lograr inspirar y ayudar a otras personas a que creen cosas sorprendentes que nos pueden ayudar como sociedad) y apenas acababa el evento y decían que iba a haber un espacio para networking, cogía mis cosas y salía (literalmente) corriendo, porque como ya les había comentado en un post anterior, me aterra hacer networking (aunque es algo que poco a poco estoy empezando a manejar, ya que no puedo ir por la vida cual avestruz, enterrando mi cabeza en el suelo para no tener contacto con la realidad y evadir la interacción con otras personas.)
Y lo que me hizo abrir los ojos y autodiagnosticarme «eventitis», fue que cuando conversaba con algunas personas en estos eventos y me preguntaban acerca de mi proyecto, les comentaba que estaba en la fase de ideación y que pronto iba a empezar a trabajar para aterrizarlo. Pero el roche surgía cuando la misma persona a la que conocí en un evento hace tres meses me volvía a hacer la misma pregunta y mi respuesta seguía siendo exactamente la misma. Eso me hizo pensar que en esos tres últimos meses no había hecho absolutamente nada por mi proyecto, más que inscribirme en cuanto evento pudiese. Y esa fue la alerta roja que me hizo darme cuenta que tenía que hacer un cambio radical en mi vida como emprendedora.
Así que, lo hoy quiero compartir con ustedes, son esas reflexiones que me ayudaron a curarme de esta «enfermedad» que nos puede afectar como emprendedoras y emprendedores de manera consciente o inconsciente:
- Todo parte de la premisa de pensar en nuestro tiempo como el recurso más preciado que tenemos, más aún que el dinero (ya que el tiempo no lo podemos recuperar), así que debemos analizar bastante bien en dónde vamos a realizar esa valiosa inversión.
- Pregúntense si ustedes colocarían su dinero en cualquier inversión sin siquiera realizar el mínimo análisis o preguntar cuál será su retorno o ganancia. Piensen igual con su tiempo: pregúntense ¿qué voy a ganar yendo a este evento? ¿va a contribuir con mi formación personal o profesional? ¿de qué manera? ¿lo que se va a tratar está alineado con mi proyecto? ¿van a asistir personas con las que quisiera asociarme o que podrían ser mis clientes potenciales?, etc. Una vez que tengan todo eso mapeado, recién les recomendaría inscribirse, ya que le sacarán mayor provecho a esa inversión de tiempo que piensan realizar. Y si las respuestas a esas preguntas no llega a convencerlas, pues entonces quédense en su casa u oficina chambeando duro en sus emprendimientos.
- Otra recomendación es que asistan a los eventos de networking con una idea clara de lo que es su proyecto o empresa y de lo que quieren alcanzar. Su tiempo es tan valioso como el de la persona que los va a escuchar. Así que, si pueden ir con una idea clara que puedan explicar en dos minutos o menos (sin llegar a ser ametralladoras y aturdir a su interlocutor con tantas ideas a la vez) entonces están en buen camino. Como dijo Albert Einstein: «si no lo puedes explicar con simplicidad, es que no lo entiendes bien». Además, si lo queremos es buscar socios ¿cómo vamos a encontrar y convencer a la persona idónea, si nosotras mismas no sabemos lo que queremos y no tenemos una idea aterrizada aún?
- No tengan roche de sacar un cuaderno y un lapicero en los eventos a los que vayan. La memoria es frágil, así que mientras pongan todo lo que aprendan en blanco y negro, mejor. Quien sabe si las ideas o conceptos que rescaten de esos eventos puedan aplicarlas a sus emprendimientos actuales o futuros.
- Hay que tener cuidado también con creer todo lo que escuchamos. Antes de asistir a un evento les recomiendo ahondar en los CV’s de los speakers, porque si vamos a invertir nuestro tiempo, por lo menos que sea escuchando a personas que realmente saben de lo que hablan, y no a autoproclamados gurús del emprendimiento que no han emprendido nada y que se jactan de saber la receta del éxito sólo por tener un cartón con un título bonito en otro idioma o por haberse leído todos los libros de metodologías que existen en la faz de la tierra. No se dejen engañar por los eventos «mágicos» que les prometen el éxito de la noche a la mañana, ya que lo único que nos puede ayudar a lograr el éxito, es el trabajo duro, la pasión por lo que hacemos y el saber levantarnos de cada caída que tengamos.
- No hay que caer en el error de ir a los eventos para ser parte de un selecto «club de emprendedores», ya que los emprendedores y emprendedoras que realmente generan impacto, son aquellos que se pasan día y noche desarrollando sus proyectos. Además, ¿de qué nos sirve ir a conocer a la gente correcta, si no tenemos un proyecto medianamente encaminado para presentarles?
Lanzarnos a emprender nos enseñará más que cualquier charla o evento de emprendimiento al que asistamos. Una cosa es escuchar la experiencia de otros y obtener buenas prácticas y consejos útiles, pero otra muy distinta es estar en la trinchera y tener que hacer frente a los obstáculos que se presenten día a día para sacar nuestro emprendimiento adelante.
Obviamente, ustedes están en su derecho de no hacerme caso y seguir asistiendo de manera compulsiva y sistemática a cuando evento se les presente, pero creo que para ser emprendedoras y emprendedores debemos en primer lugar, emprender, ya que, de otra forma, sólo seríamos emprendedores de eventos o emprendedores de finta o para la foto.
Finalmente, creo que se necesita mucho más que eventos puntuales para generar un ecosistema de emprendimiento. Se necesita articular estos eventos para que no sólo sean esfuerzos aislados, sino cuya realización e impacto ayuden en la construcción de ese sólido ecosistema que tanto deseamos. Y obviamente, se necesitan emprendedoras y emprendedores dispuestos a luchar y a trabajar duro para hacer de sus proyectos un realidad y contribuir con sus empresas a mejorar nuestra sociedad.
2 comentarios en “Confesión #16: Logré curarme de la temida «eventitis»”