Confesión #45: Descubrí que tengo el corazón azul

Desde que tengo uso de razón me encanta enseñar y compartir conocimientos con las personas que me rodean (y una de esas evidencias es este blog) porque considero que guardarnos todo el conocimiento para uso solamente personal es una postura bastante egoísta. Y si me preguntan «¿por qué tengo que compartir conocimientos si yo he invertido mi plata para capacitarme, trabajar mejor y ganar más dinero?», mi respuesta es simple ¿de qué te va a servir todo lo que has estudiado cuando ya no estés en este mundo?. Es como querer ganar un montón de plata en vida pero llega el día en que nos morimos y esa plata no nos va a servir para nada en la tumba.

Para mi es mucho mejor compartir lo que sabemos para que las personas que nos escuchen puedan aprender de nuestras experiencias, aciertos y errores y que les vaya mejor en sus vidas. Y si me dicen «pero yo no quiero hacer eso porque el mundo es muy competitivo y después al que le enseñe me va a serruchar o quitar chamba» entonces bueno sigan viviendo en su burbuja de conocimiento. Pero una vez leí una frase (que no he encontrado que esté asociada a ninguna persona que lo haya dicho) que dice: «las personas que ayudan a otras a brillar saben que hay espacio y luz para todos».

También hay que ser conscientes que acceder a una buena educación en nuestro país es un privilegio y que una gran parte de la población no tiene y quizás nunca tenga acceso principalmente por motivos económicos (ojalá me equivoque y de acá a unos cuantos años la educación pública sea tan buena o incluso mejor que la privada). Entonces si sabemos que somos privilegiados, con mayor razón debemos usar ese privilegio para el bien y compartir lo que sabemos. A veces los privilegios que tenemos nos nublan la mente y no nos dejan ver más allá de nuestras narices (y no me refiero sólo al privilegio de la educación.)

Entonces, luego de toda esta intro para contextualizar este post, una de mis metas en esta vida es ser profesora universitaria para poder transmitir mis conocimientos y experiencias a las futuras generaciones y que por lo menos algo que les cuente en clase les quede grabado en el cerebro y sepan que la vida es más que sólo generar dinero, también hay que aportar y retribuir al mundo en el que vivimos. Y si no saben por dónde empezar a retribuir, les recomiendo que chequeen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS para los amigos).

Para lograr esa meta, y por regulaciones de la SUNEDU, sé que primero debo tener una maestría (lo cual ya está en mis planes) pero mientras tanto busqué opciones para tangibilizar mi misión de compartir conocimientos. Es así como decidí postular como voluntaria profesional en Crea+ en el semestre 2020-2.

Hacía ya varios años había escuchado de Crea+ y de su increíble misión: «Somos un voluntariado profesional en educación que promueve la Responsabilidad Social Individual y busca que más niños y adolescentes crean en sí mismos para lograr sus sueños;  a través de un modelo que educa en valores, desarrolla capacidades y potencia talentos en escuelas de zonas vulnerables del Perú.» Y el año pasado este lindo proyecto cumplió 10 años.

Desde que supe de la existencia Crea+ me enamoré de su propósito y participar como voluntaria era una cosa que tenía en mi lista de «cosas que hacer antes de morir». Pero cada vez que me animaba no podía participar por x, y o z motivos, ya que el voluntariado era el sábado en las mañanas y siempre había algo que se me cruzaba.

Hasta que llegó la pandemia, y así como muchos negocios tuvieron que adaptarse, también lo hizo Crea+ virtualizando la experiencia a través de un canal de YouTube llamado Crea+ Virtual y de las experiencias virtuales del voluntariado que vivimos cada sábado durante el semestre pasado.

Entrar a Crea+ fue un reto, ya que tienen un proceso de selección intenso, pero que al final busca que los Creandos (así nos llamamos los voluntarios profesionales de Crea+) que seleccionen estén alineados con la misión, visión y valores de la organización. Pero esto no lo digo para desanimarlos, porque siempre he pensado que «el/la quiere, puede». Y si postulan a Crea+ y a la primera no logran ingresar, pues «el/la que la sigue, la consigue.»

Una vez seleccionada, tuve que escoger entre los dos programas que ofrecían: «Dona tu talento» o «Comparte tu pasión.»

Fuente: LinkedIn Crea+ Perú

Lo que más me motivó de ser parte de «Comparte tu pasión» fue poder compartir mi experiencia de elección de carrera y mis inicios en la vida profesional para que los adolescentes que vean mi testimonial puedan aventurarse a descubrir qué es lo que es lo que realmente los motiva y a qué quisieran dedicarse una vez acabado el colegio. El hecho que el voluntariado haya sido digital también me pareció un golazo porque con ello se eliminaron las «barreras» físicas y nuestro alcance va a poder ser mucho mayor y llevar el mensaje a jóvenes de todo el Perú.

Fuente: Crea+

Durante 7 semanas, empezando el 10 de octubre 2020 nos juntábamos los sábados 10 A.M. vía Zoom con todos los Creandos de nuestro equipo (mi equipo fue «Coherencia») para conocer más sobre la cultura Crea+ y luego nos separaban en grupos más pequeños en los que estábamos liderados por un Creando Guía quien nos guió y apoyó durante todo el voluntariado dándonos feedback para poder tener un buen entregable final (que era un vídeo de máximo 5 minutos donde contábamos nuestra experiencia de elección de carrera). En mi caso, mi Creando Guía fue Eliana con quien estoy super agradecida por todo el corazón que le metió a su función durante el semestre 2020-2.

Para serles sincera me costó un poco hacer el vídeo porque me daba roche grabarme (no he nacido para ser influencer y tengo un poco de pánico escénico) pero el hecho de saber que era para un buen fin me hizo tragarme la vergüenza y poner manos a la obra. En las sesiones de los sábados nos dieron las indicaciones para grabar el vídeo y hasta un modelo de guión para que fuera más fácil ordenar nuestras ideas. Luego de un par de semanas de varios intentos de grabación (e innumerables bloopers) pude llegar a un entregable final con el que me siento feliz.

Me siento super orgullosa de ser Creando porque siento que he entrado a una familia donde he conocido jóvenes como yo, que queremos cambiar el mundo a través de la educación. También me siento orgullosa del trabajo realizado por todo el equipo durante el semestre 2020-2 porque he visto vídeos muy inspiradores que sé que van a impactar positivamente en las vidas de los adolescentes a los que les llegue nuestro mensaje. Estoy eternamente agradecida con Crea+ por la oportunidad.

Finalmente, el mensaje principal que me llevo luego de esta maravillosa experiencia es el propósito de Crea+: «Transformar la sociedad a través de nuestra transformación personal«. Siempre escuchamos o decimos «hay que hacer esto, hay que hacer lo otro, hay que mejorar la sociedad, etc.» En verdad hay tantas cosas por hacer pero nunca nos tomamos la molestia de decir «¿quién lo va a hacer?» y pues la respuesta es «nosotros» (¿si no quién?). Si cada uno se pone a pensar en cómo transformarse personalmente, en cuál es su propósito de vida y como ese propósito suma a crear una mejor sociedad creo que esa es la fórmula ganadora para construir el país con el que soñamos. Si nos transformarnos de manera personal y luego sumamos todas las transformaciones individuales vamos a lograr una gran transformación colectiva que nos lleve a ser la sociedad que queremos para nosotros y para las futuras generaciones.

Confesión #44: Conocí a las chicas superpoderosas vía Zoom

Luego de haber pasado por mi primera experiencia de voluntariado digital que se las conté en mi post anterior, me picó el bichito de querer seguir ayudando desde mi casa (dada la coyuntura). Es por eso que volví a ingresar a la web de PROA, que es mi punto de referencia para encontrar distintas oportunidades de voluntariado digital, y me encontré con una convocatoria llamada «Guerrero Emprendedor – 3era edición» organizada por distintas organizaciones bastante conocidas en el Perú, lo cual me dio la confianza para inscribirme, ya que para serles sincera al principio me surgieron varias dudas. Y el hecho de que fuera la tercera edición del programa reforzó aún más mi seguridad para inscribirme.

Desde hace tiempo la idea de asesorar emprendedores/as de manera gratuita para que puedan mejorar sus negocios me rondaba la cabeza, pero no sabía como tangibilizar ese apoyo, hasta que encontré esta oportunidad que me cayó como anillo al dedo.

«El programa Guerrero Emprendedor nace con el sueño de reunir a los microempresarios de nuestro país en un espacio virtual seguro para acompañarlos, capacitarlos e impulsarlos ante las consecuencias de la crisis, con el soporte directo y personalizado de voluntarios y voluntarias que los asesoran para salir adelante de la mejor manera.»

Charla de bienvenida a voluntarios/as asesores

Creo firmemente que parte de nuestra misión en este mundo es usar nuestros conocimientos para el bien y para ayudar a los demás. En mi caso, todo lo que he aprendido sobre administración, marketing e innovación a lo largo de mi carrera es algo que siento que debo y quiero transmitir como parte de mi aporte a la sociedad, ya que de nada sirve que me quede con todo lo que sé en mi cabeza (primero porque es un pensamiento muy egoísta y segundo, gracias a esas ganas de querer compartir todo lo que sé es que creé este blog).

Una vez que postulé al voluntariado llenando un formulario sencillo, estuve a la espera de la respuesta de si había ingresado o no al programa, hasta que una semana después llegó ese ansiado correo electrónico 🙂

En la capacitación nos explicaron que cada asesor voluntario (como nos llamamos los voluntarios del programa) iba a estar en un equipo liderado por un voluntario líder para todo el tema de consultas y organización. También nos comentaron que el programa duraba 6 semanas en las que acompañaríamos a los emprendedores que nos asignaran (yo pensé que iba a ser un emprendedor/a por voluntario pero fueron 3 por cabeza) en distintos temas como definición del propósito del emprendedor, armado de su modelo de negocio, estrategias de marketing y ventas, adaptación del negocio a la nueva normalidad, finanzas, contabilidad y formalización de empresas.

Como voluntarios asesores teníamos que participar en las clases en vivo que se dictaban como parte del programa y luego tener asesorías individuales con cada emprendedor. Las asesorías eran una vez a la semana vía Zoom con una duración mínima de 45 minutos por sesión para acompañar a los emprendedores en la realización de la tarea del curso de la semana. Y luego de cada asesoría teníamos que llenar una bitácora en Google Sheets con el detalle de lo que hicimos en la sesión. Así que sacando cuentas sabía que le iba a tener que dedicar entre 5 a 6 horas por semana a este voluntariado, pero estaba lista para hacerlo.

Apenas empezó el programa me asignaron a tres emprendedoras, a las cuales llamé para establecer el primer contacto, definir las reglas de juego y agendar la primera asesoría. Y bueno ese primer contacto fue un poco frustrante complicado: la primera emprendedora no respondió mis llamadas, la segunda me respondió, agendamos la primera sesión en Zoom y me dejó plantada y la tercera fue la única que me contestó y con quien tuve un inicio de programa súper alentador. Ella es la primera de las chicas superpoderosas: se llama Noemy, vive en San Juan de Miraflores y tiene un negocio de venta de ropa y accesorios.

Cuando le comenté a mi líder voluntario que 2 de 3 emprendedoras me habían choteado, me dijo que no me preocupara que me iba a asignar 2 nuevas emprendedoras y fue así como conocí a Florencia (2da chica superpoderosa) de Trujillo que tiene un negocio familiar de cafetería y a Sonia (3era chica superpoderosa) que vive en Villa El Salvador y tiene un negocio de venta por catálogo de productos de belleza, pero también comercializa productos de protección personal, hace mascarillas de tela a mano y enseña matemática a niños y niñas, una emprendedora todo terreno.

¿Y por qué las llamo las chicas superpoderosas? Porque son 3 mujeres increíbles, luchadoras y resilientes que se apasionan por sus negocios y que quieren salir adelante a pesar de la difícil coyuntura que estamos viviendo por la pandemia. De cada una de ellas aprendí cosas muy valiosas, tanto de sus negocios como de ellas como personas, y son lecciones de las que estaré eternamente agradecida. Y espero que ellas hayan podido aprender un poco de lo que les pude compartir en nuestras asesorías.

La próxima semana, el 14 de octubre, es la graduación de todos los emprendedores que completaron el programa, y ahí veré orgullosa a mis 3 chicas superpoderosas unirse a esta comunidad de Guerreros y Guerreras Emprendedoras para que sigan aprendiendo y desarrollando sus redes de contactos para poder impulsar sus negocios y que a través de ellos puedan impactar positivamente en nuestra sociedad. Les deseo todo lo mejor a Noe, Flore y Sonia.

P.D. Si tienen tiempo de realizar este tipo de voluntariado de asesorías, en verdad es una experiencia super enriquecedora. Yo entré siendo una persona pero luego del programa salí una persona distinta, con muchas más ganas de seguir aportando a mi país. Y si les interesa ser voluntarios/as asesores, no se preocupen que el programa Guerrero Emprendedor tiene para rato, así que estén al tanto de las nuevas convocatorias revisando de vez en cuando la web de Proa o Me Uno Perú de Backus.

Confesión #43: Amé ser voluntaria digital de Ponle Corazón

Hace un mes exacto (22 de julio) me inscribí como voluntaria digital de la colecta Ponle Corazón 2020 luego de ver una publicación de la organización de voluntarios Proa en mis redes sociales.

Por si no conocen de qué se trata la colecta, les dejo la info que encontré en la web oficial de la Fundación Peruana de Cáncer (FPC):

¿Qué es Ponle Corazón?

Es la colecta anual que realiza La Fundación Peruana de Cáncer desde 1983 a nivel nacional para recaudar fondos destinados a solventar el tratamiento de esta enfermedad para los pacientes más necesitados de nuestro país.

La Fundación Peruana de Cáncer brinda asistencia integral, a través del albergue Frieda Heller a pacientes de escasos recursos de todo el país ofreciéndoles hospedaje, alimentación completa, transporte, asistencia social, apoyo psicológico, soporte espiritual, seguimiento del tratamiento, medicinas, así como exámenes y prótesis.

Web oficial FPC

Desde hace tiempo quería participar como voluntaria de esta colecta y salir con mi lata roja a recorrer las calles de Lima en busca de donaciones, pero a mi mamá (con justa razón) le preocupaba que me pasara algo en la calle. Hay que admitir que ser mujer en el Perú no nos garantiza ninguna seguridad estando solas en la calle. (Bueno, por lo menos yo no me siento segura y trato de poner cara de mala para que nadie se me acerque cuando camino sola por la calle, pero esa es otra historia). Así que cuando vi que este año, por la coyuntura, la colecta iba a ser 100% digital y que sólo necesitaba tener Facebook e Instagram para participar no lo dudé ni un instante y me inscribí.

¿Por qué de todas las causas que hay para hacer voluntariado me interesó la colecta Ponle Corazón? Porque tengo una lucha pendiente contra el cáncer. Mi papá falleció de cáncer hace 5 años y desde ese momento me prometí luchar contra la terrible enfermedad que se llevó a mi papá.

Sé lo que es tener un ser querido con cáncer y no se lo deseo a nadie. Ver cómo el cáncer va consumiendo al paciente que lucha por su vida, que va a quimioterapias y radioterapias para tratar de ganar la batalla pero que poco a poco va perdiendo vitalidad, cabello, peso y energía te marca un montón.

Volviendo al tema del voluntariado, la inscripción fue a través de la web de Proa, llenando un formulario y listo. Cuando me llegó el correo de confirmación estaba tan feliz como Harry Potter cuando recibió su carta de admisión en Hogwarts. Sabía que podría colaborar con mi granito de arena a transmitir el mensaje de la Fundación Peruana de Cáncer para reunir donaciones y ser, junto con los demás voluntarios, la voz de miles de pacientes con cáncer más necesitados de nuestro país.

Luego de participar (virtualmente, obvio) en una capacitación donde nos explicaron la dinámica del voluntariado, la estructura de los grupos y cómo registrar nuestros indicadores diarios (ya que «lo que no se mide, no se puede mejorar») empezamos con toda la energía el viernes 07 de agosto.

La FPC subía todos los días a una carpeta en Drive el material para compartir en nuestro Facebook e Instagram al día siguiente y nosotros teníamos que redactar el copy de nuestras publicaciones e historias e incluir el link de las donaciones. Y bueno además de FB e IG también utilicé mi WhatsApp, LinkedIn y Twitter para tratar de hacer llegar este mensaje a la mayor cantidad de personas posible. (Estoy segura que en este tiempo algunos de mis contactos se habrán aburrido de mis mensajes de la colecta y me habrán silenciado, pero no importa. Y a los que vieron mis publicaciones, las compartieron y donaron a la colecta, mi agradecimiento total y sincero de todo corazón.)

Cada noche teníamos que registrar en un formulario los links de nuestras publicaciones de Facebook e Instagram e indicar el número de likes, comentarios, compartidos y vistas en las historias. Seguro muchos de ustedes pensarán: «ay, qué flojera publicar y reportar indicadores todos los días» pero pónganse a pensar en que ese esfuerzo que puede ser mínimo (redactar un copy, publicar un post, copiar y pegar un par de links, llenar unos números y hacer algunos clicks) puede tener un impacto súper grande en la vida de muchos pacientes con cáncer que no tienen los recursos económicos para pagar su tratamiento. Me olvidé de contarles que el cáncer es una enfermedad carísima de tratar y si mi papá no hubiera tenido un seguro oncológico habríamos tenido que buscar financiamiento (y quizás estaría endeudada hasta los 50 años). Así que como consejo, contratar un seguro oncológico es una de las mejores inversiones que pueden hacer, ya que el cáncer no discrimina.

Imagínense todas las personas en situación de vulnerabilidad que sufren de cáncer y que no pueden pagar su tratamiento. ¿Merecen morir por falta de dinero? Yo creo que no, y es ahí donde entra la labor admirable de la FPC que este año cumple 60 años. 60 años de trabajar por salvar vidas y por brindar esperanza a pacientes oncológicos (el 50% de los pacientes que atiende la Fundación son niños y adolescentes) y a sus familias. Y si no lo sabían, la Fundación se financia exclusivamente de donaciones, por lo que la colecta Ponle Corazón es una de sus grandes fuentes de ingresos para seguir cumpliendo esta incansable misión año tras año.

Así que ya saben, además de usar nuestro Facebook e Instagram para publicar diversas cosas y recibir likes o comentarios que nos ayudan a alimentar el ego en muchos casos, también podemos usar estas plataformas para un fin más altruista que ayude a las personas que más lo necesitan. Los invito a buscar oportunidades de voluntariado digital, ya que es algo que podemos hacer desde nuestras casas e impactar positivamente en la vida de muchas personas. Y hay voluntariados de todo tipo, si no se identifican con la lucha contra el cáncer, entonces los animo a buscar una causa que los apasione y a unirse como voluntarios. A veces no se necesita mucho tiempo, con el tiempo que invertirían en ver una película en Netflix, ya podrían estar ayudando a una persona a cambiar su vida.

Y bueno, después de esta increíble experiencia quería agradecer a Proa y a la Fundación Peruana de Cáncer por la oportunidad y por la gran organización del programa, y a la líder Emily y co-líder Emily (si se llaman igual) del Grupo 27, que fue ese grupo lleno de maravillosas personas con las que trabajamos para llegar a la meta.

Voluntarios del Grupo 27 🙂

Si quieren conocer un poco más de lo que hace la FPC les dejo un vídeo con la increíble labor del departamento de enfermería de la Fundación. Y si no pudieron donar durante la colecta Ponle Corazón, no se preocupen que la fundación recibe donaciones todo el año. Así que los invito a unirse a la lucha contra el cáncer y a apoyar a organizaciones solidarias como la FPC.

Fuente: Canal de YouTube de la FPC

Confesión #42: Cuando descubres que hiciste match con tu chamba

Como les conté en mi post anterior, este mes cumplí un año en mi nueva chamba en el área de Planning de una agencia de publicidad y marketing digital. Ha sido un año lleno de retos, emociones, aprendizajes y de conocer gente súper linda que hacen de la agencia un lugar increíble para trabajar.

A lo largo de este año, me fui dando cuenta que varios rasgos de mi personalidad calzan «como anillo al dedo» con la chamba que hago día a día y es una sensación entre mágica y medio creepy porque es como haber hecho match (cual Tinder) con mi perfil de trabajo ideal.

A continuación les voy a contar todas esas cosas en las que siento que mi chamba y yo hemos hecho match:

  • Amo desarrollar estrategias: Desde la universidad me encantaban los cursos de planeamiento estratégico, diseño organizacional y procesos y era feliz (bueno lo sigo siendo) leyendo casos del Harvard Business Review y respondiendo las preguntas al final del caso, que te invitan a plantear soluciones a los issues que se mencionan en el caso.
    • Así como los médicos practican con pacientes, yo practicaba mis skills de estrategia analizando casos de empresas y planteando nuevas soluciones a sus problemas empresariales. Igual que en la medicina, cuando planteas una nueva estrategia para una empresa tienes que hacer un diagnóstico inicial y entender por qué las cosas no están funcionando como deberían y una vez que encuentras las causas, trabajas la estrategia (aunque a veces es difícil que las empresas admitan que tienen problemas, pero ese es el primer paso para poder resolverlos. De nada sirve esconder todo bajo el tapete, porque luego los problemas crecen cual efecto bola de nieve).
    • Tanto me gusta la estrategia que ayer terminé un curso de 5 semanas de IDEO U sobre diseño de estrategias que se los recomiendo, porque aprendes de estrategia mezclado con design thinking y te da a entender que armar estrategias no tiene por qué ser un proceso engorroso y burocrático, sino que también puede ser divertido y dinámico.
  • Soy demasiado curiosa: tan curiosa que me encanta probar los productos y servicios que ofrecen los clientes de la agencia en carne propia (obviamente productos que sean accesibles al bolsillo). Lo más «loco» que hice en este último año fue pintarme el cabello con un tinte permanente de una empresa del sector beauty para la que estábamos licitando (y hasta el cliente se sorprendió / rió cuando llegué al pitch con mi nuevo color de cabello).
  • Me encanta hacer preguntas: no saben cómo me divierto pensando en todas las preguntas habidas y por haber en un proyecto. Luego de leer el brief de cliente me encanta cuestionar todo y encontrar esos «espacios vacíos» de información que siento que necesitamos cubrir para poder hacer un buen trabajo. Y este amor por preguntar me hace disfrutar cada vez que tengo que armar encuestas para investigar sobre distintos rubros (mis amigos en Facebook ya deben estar aburridos de todas las encuestas que posteo, pero mil gracias de todo corazón a los que se toman el tiempo de completarlas) o cada vez que armo una guía de entrevistas cuando realizamos entrevistas a profundidad con usuarios.
  • Ser stalker (en el buen sentido) es una virtud: admito que cuando me lo propongo puedo bucear en las redes sociales y en otras fuentes de información (legales obviamente) hasta encontrar las respuestas a esas preguntas que no me dejan dormir tranquila. Y una vez que encuentro distintos puntos de información es más fácil conectarlos y darle un sentido a toda esa data.
  • Puedo usar mi competitividad para el bien: mi lado competitivo hace que siempre tenga un ojo en lo que está haciendo la competencia para encontrar esos espacios en los que podamos diferenciarnos desde la estrategia y que eso luego decante en el aterrizaje creativo y la ejecución gráfica o el entregable que sea.
  • Me divierto interpretando data: En esta chamba, la data tiene que ser una de tus mejores amigas. La data puede provenir, ya sea de resultados de encuestas, información de mercado, cifras de ventas, etc. Para mi hacer tablas dinámicas es como un juego. Me divierto insertando variables tanto en los filtros de filas y columnas para interpretar esos resultados. En este punto ya deben pensar que soy medio rara, pero así soy y me gusta ser así 🙂
  • Me siento más cómoda escuchando que hablando: Y esto funciona a la perfección cuando de entrevistar usuarios se trata. En las entrevistas, así sean presenciales o ahora vía Zoom (hay que adaptarse a la nueva normalidad) me encanta escuchar todas las historias que los usuarios tienen para contar. Uno como entrevistador/a tiene que encontrar la forma de minimizar su presencia en la entrevista dejando al entrevistado en el spotlight para que se explaye todo lo que quiera. A veces de las repreguntas que se hacen durante la conversación y que no necesariamente están en la guía de entrevistas es de donde se obtienen los insights más jugosos.
  • Me encanta presentar los hallazgos de una investigación y las estrategias: El hecho que me sienta mas cómoda escuchando que hablando, no significa que no me encante exponer los resultados de las investigaciones y las estrategias a los clientes. Me gusta narrar todo esto como una historia e ir llevando al cliente a través de la lógica que utilicé para llegar al resultado. La estrategia no es algo que haces al azar o cuando sientes el aire de la Rosa de Guadalupe, es el resultado de un proceso en el que vas investigando y analizando una serie variables para llegar a un plan de acción que haga sentido con lo que quieran los usuarios finales y que responda a las necesidades de negocio. No hay dos procesos estratégicos iguales, porque lo que le sirve a la competencia de tu cliente, no necesariamente le va a servir a tu cliente por distintos motivos. Las estrategias son tan variadas como los tipos de clientes.

Bueno, por estos y otros puntos más es que me siento súper feliz y cómoda en el trabajo y siento que cada proyecto nuevo que entra es una forma de retarme a hacerlo cada vez mejor (acá me sale mi lado competitivo nuevamente, pero lo bueno es que yo compito conmigo misma, jamás me comparo con otras personas porque cada individuo va a su ritmo y además no es algo saludable vivir comparándose con el resto 24/7). Y espero que algo de lo que les he contado les sirva para desarrollar estrategias en sus organizaciones.

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Confesión #41: Descubrí que los «puntos» se conectan hacia atrás

Este mes de agosto se cumple un año desde que mi vida profesional dio un giro radical: pasé de trabajar en una empresa de explosivos a una agencia de publicidad. Y creo que fue una de las mejores decisiones que he tomado en la vida. 

Antes pensaba ¿una administradora en una agencia de publicidad? WTF, y luego ese WTF se convirtió en un Hell yeah!

Consejo 1: No tengamos miedo de postular a posiciones en las que creemos que jamás podríamos trabajar pero que se relacionan en algo con lo que hemos estudiado o en lo que tenemos experiencia (osea tampoco les estoy diciendo que postulen para médicos si no han estudiado medicina) pero busquen distintas opciones si es que quieren probar nuevas cosas en su vida profesional. Lo peor que puede pasar es que nos digan que no (si es que nos responden, porque hay reclutadores que jamás responden y me parece malazo que dejen a los postulantes en ascuas) pero habremos ganado experiencia que es super valioso.

Consejo 2: Si estamos en la posición de contratar gente para nuestros equipos, definamos bien las cualidades que queremos que tengan como personas y como profesionales, además de los conocimientos y el expertise técnico. A veces, hay cualidades inherentes a la persona que la hacen ad hoc para una posición mientras que el conocimiento y expertise se pueden adquirir con capacitación y con experiencia en la cancha. Quizás si le damos oportunidades a personas con diferentes perfiles y backgrounds podemos llevarnos una sorpresa agradable al complementar nuestros equipos con perfiles multidisciplinarios que enriquezcan nuestra visión de las cosas.

Para serles sincera, antes de entrar a la agencia no tenía muy claro varias cosas: cómo funcionaba una agencia, que áreas habían y en qué consistía la chamba de planning que era el área donde estaba entrando a trabajar. Pero decidí investigar y aprender todo lo que podía sobre la vida en agencia y en esta parte debo darle las gracias totales a mi hermana que es publicista y que sin su apoyo constante esta transición del mundo corporativo al mundo publicitario hubiera sido más traumática más difícil de lo que fue. Es más, hasta el día de hoy me sigue ayudando con cosas que aún me cuesta entender.

Consejo 3: Debemos ser humildes para reconocer que hay muchas cosas que no sabemos (incluso de la misma empresa en la que trabajamos) y debemos pedir ayuda para no fregarla. Más barato es preguntar que corregir errores que pudieron haberse evitado si preguntábamos antes.

Mientras pasaban los días y las semanas le agarraba más ritmo a la chamba (ya que todos pasamos por una curva de aprendizaje cuando empezamos a realizar una nueva actividad, como por ejemplo un nuevo trabajo) y finalmente entendí en carne propia cuál era la función del área de planning en la agencia y cuál era mi chamba como planner. En resumen, mi definición del área de planning es la siguiente:

Es el área de la agencia que recibe el pedido del proyecto, campaña, etc. y se encarga de armar una estrategia teniendo en cuenta diferentes aspectos como:

  1. Las necesidades del usuario (el consumidor final del producto/servicio)
  2. Los objetivos del cliente (la empresa / marca que nos contrata)
  3. El entorno competitivo (entender qué está haciendo la competencia y cómo podemos diferenciarnos)
  4. Los puntos de contacto entre la marca y los usuarios (a través de qué medios queremos alcanzarlos con nuestro mensaje, producto, servicio, etc.)
  5. La relación entre los puntos 1 a 4 con un poco de sal, pimienta, bastante criterio y sentido común.

Nosotros como planning, somos el primer eslabón de la cadena, el engranaje inicial  que ayuda a mover toda la maquinaria. Nuestra chamba sirve de input al equipo que ve el proyecto en general, sobretodo al equipo creativo, a quienes considero como mis clientes internos (sorry, todavía me queda el pensamiento de clientes y proveedores internos de mi lado corporativo). Al ser el área creativa mi cliente, debo entender cuáles son sus necesidades de información para el proyecto en específico y diseñar una estrategia que les sirva como pase de gol para que ellos puedan crear todas las ideas que luego serán parte del proyecto, campaña, etc.

Consejo 4: A veces creemos que nuestros únicos clientes son los que nos contratan y pagan por un producto o servicio, pero al ser parte de una empresa (sin importar el tamaño) somos parte de un proceso que se debe cumplir para poder lograr los objetivos, entregables y tangibilizar nuestra propuesta de valor como organización. En ese proceso nosotros recibimos inputs de algún lugar (puede ser el cliente que nos contrata o alguna otra área de nuestra empresa), realizamos nuestro trabajo y lo que hagamos (nuestro output) va a ser el input para alguna otra área o para el consumidor final y para poder ofrecerles un entregable de calidad, debemos ser capaces de entender sus deseos y necesidades. Tener este pensamiento sistémico, nos hace entender que somos parte de algo más grande que nuestra propia posición o área y nos enseña que nuestras acciones tienen un impacto en el todo y en la satisfacción tanto de nuestros clientes como en la de los clientes de nuestros clientes.

Apenas entendí la función de Planning, me di cuenta que si bien no soy publicista de formación, si contaba con el perfil porque hay varias cosas que hago en la chamba que las hacía antes de entrar a la agencia y no sabía hasta ese momento que se iban a “conectar los puntos” como diría Steve Jobs. Como decía Jobs, los puntos no se pueden conectar mirando hacia adelante (nadie puede predecir el futuro), siempre se conectan mirando hacia atrás, por lo que debemos tener fe de que lo que hagamos en el presente hará que los puntos se conecten de alguna forma en el futuro y así me pasó cuando entré en este trabajo, que después de un año, me sigue fascinando como el primer día.

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Confesión #40: Salir de la zona de confort da miedo como %$&#!

Zona de confort: Dícese de ese lugar (físico y/o mental) en el que nos sentimos seguros, tranquilos y hasta un poco resignados. Ese lugar donde ya nada nos sorprende, pero tampoco nada nos da satisfacción [insertar acá canción de «El Cuarteto de Nos»]. Cada día se parece al anterior y las oportunidades de aprender o experimentar algo nuevo son cada vez más lejanas.

Sí, ese lugar existe y yo estuve de visita en ese territorio durante algún tiempo. En este post quería compartirles mi experiencia venciendo ese maldito miedo que me impedía salir de mi zona de confort laboral y hacer las cosas que me acercaban a ese lugar donde realmente quiero estar (y que aún estoy descubriendo cuál es, pero me siento cada vez más cerca).

Es chévere sentir tranquilidad en el trabajo, pero cuando esa tranquilidad es DEMASIADO TRANQUILA (valga la redundancia) es señal de que algo (no muy bueno) está pasando. Me voy a tomar la licencia de comparar la relación con el trabajo con una relación amorosa. No sé si les ha pasado, pero el período inicial en un nuevo trabajo es como esa etapa de luna de miel que tiene toda relación: todo en el trabajo nos parece perfecto, nos gusta lo que hacemos, aprendemos cada día algo nuevo y sentimos que realmente aportamos y que nuestra existencia tiene algo de sentido. Pero cuando se acaba esa magia, que es de duración variable por persona, (a mí la etapa de honey moon en mi primer trabajo me duró como 6 años) nos damos cuenta de que las cosas realmente no están funcionando y que quizás sólo seguimos en el trabajo por un tema de dependencia salarial.

Cuando somos conscientes de que la «burbuja» se reventó tenemos dos opciones: seguir en ese ambiente conocido pero nocivo para nuestro crecimiento personal y profesional sólo porque ya nos acostumbramos a hacer siempre lo mismo y recibir un salario a cambio, o buscar salir de ese ambiente lo más rápido posible. Ojo que no estoy diciendo que manden todo al cacho y renuncien mañana a sus trabajos, ni estoy juzgando a la gente que decide quedarse, porque al fin y al cabo es una decisión muy personal y si alguien siente que es feliz en su zona de confort es una decisión respetable, pero yo no era feliz ahí y por eso decidí tomar al toro por las astas.

Existen varias señales de que la burbuja explotó y hay que aprender a detectarlas antes de que sea demasiado tarde (por el bien de nuestra salud mental y física). Algunas preguntas para detectar esa detonación son:

  • ¿Cada domingo por la noche sufres y te deprimes sabiendo que al día siguiente es lunes?
  • ¿Cada día te cuesta levantarte de la cama para ir a trabajar y piensas porqué no naciste millonario para no tener que hacer nada para sobrevivir?
  • ¿Sientes que cada día es igual al anterior y que no hay nada nuevo?
  • ¿Hay veces que te quedas en tu sitio viendo la pantalla de tu computadora sin fuerzas suficientes para mover el mouse?
  • ¿Vas a una reunión y tu cerebro sólo piensa en qué vas a hacer saliendo de la oficina o el fin de semana (más del 10% de la reunión)?
  • ¿Miras el reloj a cada rato y sientes que el tiempo de trabajo cada día pasa más lento y el del almuerzo cada vez más rápido?
  • ¿Nada o casi nada te causa felicidad en la oficina?
  • ¿Sientes la necesidad imperativa de rajar de tu trabajo con cada ser viviente que se te cruce en el camino?

Si más de una respuesta fue afirmativa, es momento que revisar qué estamos haciendo con nuestras vidas en ese trabajo. Creo firmemente que la vida es demasiado corta para pasar un tercio de nuestros días haciendo algo que no nos llene como personas.

Me costó salir de ese lugar por dos grandes motivos:

  1. Porque cuando me di cuenta que la burbuja explotó, lo primero que sentí fue una profunda tristeza (casi como un corazón roto) porque sabía que ya era hora de partir, de dejar ese, mi querido primer trabajo, en el que aprendí qué era trabajar y ganar dinero con el sudor de mi frente, que me llenó de tantas experiencias (unas muy buenas y uno que otro cocacho), que me vio crecer tanto en lo personal como profesional y que me hizo conocer gente muy buena con la que trato de mantener el contacto.
  2. Porque me llené de una serie de miedos irracionales que no me permitían buscar otras opciones. Mi cerebro (para variar) me saboteaba con los siguientes pensamientos:
    • «Ya llevas 7 años y medio en este trabajo y es tu primera chamba, nadie va a querer contratar a alguien que sólo haya tenido experiencia laboral en una sola empresa»
    • «Eres administradora de empresas y tu destino es trabajar en grandes corporaciones burocráticas hasta que te jubiles»
    • «Sólo conoces un rubro y no vas a poder postular a ningún rubro que no se parezca a lo que ya conoces»
    • «Está bien, sé que te gusta la innovación pero casi ninguna empresa en el Perú está apostando por eso así que no vas a conseguir chamba en lo que te gusta y sólo vas a poder trabajar en áreas comerciales por los siglos de los siglos.»
    • «Y si renuncias y no consigues chamba pronto ¿qué harás con tus responsabilidades económicas?»
    • «¿Y si esperas a que te despidan en el siguiente recorte de personal porque tu liquidación sería más grande que si renuncias?»
    • «¿Y si pones tu propia empresa? Ahh, verdad que esa vez que trataste de jugar a la emprendedora no te funcionó.»
    • Etc., etc., etc.

Sí, lo sé, a veces mi cerebro puede ser muy tóxico, pero estoy trabajando para mejorar eso.

Cuando finalmente me llené de valor y decidí cambiar de trabajo empecé a postular a distintas convocatorias: unas ni me respondían cuando les enviaba mi CV, en otras pasaba la primera entrevista y luego se desaparecían, otras sí me choteaban de manera cordial y en un par pude avanzar en el proceso hasta que conseguí finalmente la chamba en la que estoy ahora. Pasé de trabajar en una empresa industrial que fabricaba explosivos a una agencia de publicidad con foco en digital (créanme, yo tampoco me lo creo aún).

Cambié los tacos y los pantalones de vestir por zapatillas Converse y jeans rotos, cambié las estructuras jerárquicas por una horizontalidad radical, cambié el trabajo en silos por uno realmente colaborativo, cambié mi percepción de que las empresas sólo se fijan en los resultados financieros y que los colaboradores somos un número más en el headcount para poder aprender que se puede ser uno mismo cuando se va al trabajo, que cuidar las «apariencias» por miedo al qué dirán es agotador, que el respeto a la autoridad no significa sumisión, aprendí que hay organizaciones en las que los colaboradores son más importantes que los clientes, aprendí que la transparencia en las decisiones es realmente valorada por la gente, y que si bien a veces todas las decisiones no favorecen a todos, aquellos que no se vean favorecidos pueden recibir el apoyo necesario para atravesar esa situación. En resumen, aprendí que sí se puede buscar la rentabilidad de una empresa de manera humana y con sólidos valores. Y quiero seguir aprendiendo mucho más en este nuevo camino que decidí emprender.

Imagen de Free-Photos en Pixabay

Confesión #39: 10 cosas que aprendí sobre la gestión de proyectos

En todos los años que vengo trabajando, me he enfrentado a la realización de proyectos desde distintos roles: como la persona que plantea un proyecto, como la persona designada para ser líder de un proyecto, como la key user de un proyecto, o como la persona que debe utilizar el resultado de un proyecto.

Desde estos roles (sumado a la especialización en gestión de proyectos que llevé en el 2016 y a mi certificación como Scrum Master en el 2017) es que he podido aprender una serie de lecciones que quiero compartirles a continuación:

  1. Los proyectos no deberían nacer de caprichos sino de necesidades reales de usuarios: «Si mi competencia lo tiene, yo también debo tenerlo». No sé hasta qué punto esa frase sea aceptable, quizás si quieren ser fast followers (a veces ni siquiera tan fast) toda la vida, pero si quieren ser pioneros en la industria tienen que ver más allá de lo evidente e «innovar» (esa palabra que está tan de moda). Ojo que innovar no es adquirir un nuevo software e implementarlo o comprar nueva maquinaria, innovar va mucho más allá. Es un proceso que consiste en identificar necesidades reales de usuarios (internos o externos a la organización), definir cuál es reto / dolor / insight que se quiere resolver, idear una serie de soluciones potenciales para luego escoger algunas, testearlas en el mercado, recibir feedback, iterar hasta que tenga la aceptación esperada y finalmente lanzar la solución.
  2. Aceptar gestionar un proyecto solo/a es suicida: si les vienen a decir cosas como: «eres un talento para la organización y hemos visto potencial en ti para gestionar un proyecto estratégico» pero no les dicen nada de que les van a dar un equipo para gestionar el proyecto o un mínimo de presupuesto para poder hacer algunos cambios o lograr algunos hitos, TENGAN MUCHO CUIDADO!!! Los proyectos empresariales requieren un sponsor, trabajo en equipo, diversidad de habilidades, capacidades y puntos de vista, y algo de presupuesto, para llegar a los resultados esperados. Yo hace unos 2 años acepté un proyecto bajo estas condiciones: 1) porque parte de mi filosofía de vida profesional es aceptar todos los retos que me propongan y dar el 500% para lograrlos y 2) porque el tema del proyecto me parecía super interesante: era algo que si bien se trató de implementar antes en la organización, no tuvo el resultado esperado, y yo pensé que era la oportunidad perfecta para lograr lo que nunca antes se había logrado. En esa época creo que fui bastante ingenua por no profundizar un poco más en el alcance y los recursos que necesitaría para llevar a cabo lo que se esperaba del proyecto, pero estaba enceguecida por la adrenalina del reto encomendado y me juré la Mujer Maravilla. Lección aprendida, cada vez que me piden un nuevo proyecto lo primero que pregunto es por el equipo y el presupuesto. En base a esas respuestas es que yo puedo estimar si el alcance que me proponen es realista, o si vamos a tener que ajustar el alcance o meter la mano al bolsillo y sacar algo de presupuesto. Los Gerentes deben entender que por más talentosa que sea una persona y por más que se saque la mugre por el proyecto, no va a llegar a ningún lado sola. Más es la frustración e impotencia que le va a generar no obtener los resultados esperados, pero no es su culpa, ya que ningún proyecto se hace bien con un hombre o mujer orquesta. Y esa frustración puede llevar a sus colaboradores estrella a renunciar.
  3. Los proyectos no se pueden encargar como «favores»: en línea con el punto anterior, cuando les hablen bonito del tema de que son talentos y que por eso han pensado en ustedes, etc. también tienen que marcarles la cancha y decirles claramente cuál es el propósito del proyecto (¿por qué vamos a hacer esta chamba?), qué objetivos esperan que alcancemos como líderes de proyecto (¿qué tenemos que lograr con esta chamba?) y qué indicadores debemos cumplir (¿cómo nos van a medir al final de la chamba?). Y hablando de indicadores, los indicadores del proyecto deberían ser transversales para los miembros del equipo. De nada sirve que ustedes se rompan el lomo por alcanzar los indicadores si sus equipos no sienten ese mismo sentido de urgencia y ven al proyecto como la última de sus prioridades. Otras preguntas que deberían hacerle a las personas que les encarguen proyectos es si ya hablaron con sus jefes directos sobre este tema (obvio que sus jefes tienen que estar informados que van a hacer chamba extra) y cómo los resultados de este proyecto se ven relacionados con sus objetivos de desempeño o perspectivas de crecimiento en la organización, ya que todo el esfuerzo que vamos a realizar como líderes de proyecto, debe ser reconocido del alguna forma.
  4. Querer acelerar un proyecto sin ampliar el costo, los recursos o reducir el alcance es prácticamente imposible: «Te acuerdas que acordamos acabar este proyecto en diciembre, pues bueno voy a necesitar que se adelante a setiembre, pero dada la coyuntura del negocio no vamos a contratar a nadie más o ampliar el nulo presupuesto que te hemos asignado». ¿Esta frase les suena familiar? Los gerentes deben entender que si quieren acelerar un proyecto deben escoger 2 de las 3 B: Bueno, Bonito y Barato. Según lo que recuerdo del diplomado en gestión de proyectos, las formas de acelerar un proyecto son:
    • Fast tracking: modificar las relaciones entre tareas para que dos actividades que se ejecutaban una después de otra, ahora se ejecuten en paralelo, siempre y cuando la relación entre tareas no sea obligatoria (condición sine qua non) ¿Cómo se logra esto? Contratando más gente interna o terceros ¿Qué pasa cuando haces esto? incrementas el riesgo, el costo y la necesidad de recursos.
    • Crashing: reducir el tiempo de ejecución de una tarea sin modificar el alcance de la misma.  ¿Cómo se logra esto? aumentando la eficiencia de los recursos, la cantidad de recursos asignados y creando procesos de trabajo más eficientes en base a las lecciones aprendidas ¿Qué pasa cuando haces esto? incrementa el riesgo, el costo y la necesidad de recursos (¿les suena familiar? sucede lo mismo que en la estrategia anterior)
    • Modificar el alcance de las tareas: Reemplazando las tareas existentes por otras más rápidas de hacer que obviamente no van a tener el mismo resultado ¿Qué pasa cuando haces esto? incrementa el riesgo y el costo, ya que les puede salir el tiro por la culata
    • Ajustar la gestión de riesgos o reducir la calidad: en ambos casos también puede salir el tiro por la culata: si se hacen los de la vista gorda frente a un riesgo del proyecto o si reducen los controles de calidad de un entregable para que se pase más rápido a la siguiente actividad.
    • Reducir el alcance: Esta ya es la última opción, cuando no se va a poder considerar más gente o más presupuesto o no se quieren hacer los de la vista gorda con los riesgos y la calidad, lo único que queda es ser realista y modificar el alcance del proyecto, lo cuál obviamente puede generar insatisfacción de los stakeholders del proyecto. Caballero nomás!
  5. Si algo le funciona a una empresa de un rubro parecido al suyo, no necesariamente va a funcionar con ustedes: «Pero si este software ha funcionado en las empresas A, B y C que también son empresas industriales como nosotros». Lo que no saben es que quizás las empresas A, B y C les llevan años luz en temas de planificación, modelos de gestión, estrategias de crecimiento, etc. O quizás su cultura organizacional impulse más la ejecución de proyectos que la de ustedes. ¿Su gente está comprometida?, ¿tienen una cultura de accountability o tienen que perseguir a su gente para que las cosas sucedan?, etc. Hay que ser lo suficientemente conscientes y sensatos para darnos cuenta que la organización no está en el momento ideal para implementar un proyecto y que cualquier esfuerzo o presupuesto asignado al proyecto va a ser una pérdida de recursos. No nos debemos encaprichar con un proyecto (volver al punto 1).
  6. Lo que se ve bonito en una demo o en una feria quizás no se vea igual en sus empresas: «Pero si en el vídeo de la consultora se veía como una herramienta increíble que nos iba a hacer la vida más fácil». Cómo dicen «todo entra por los ojos» pero no se puede ser tan ingenuo para creer que tal cual como lo vendieron va a quedar en la empresa sin el esfuerzo respectivo. La verdad es que si nos venden algo (por ejemplo, las consultoras de software siempre presentan vídeos y demostraciones alucinantes con mil funcionalidades) debería quedar igual en nuestra organización, pero si obtener ese resultado depende un grupo de personas que no entienden el propósito de dicha implementación y no están comprometidas con el cambio porque creen que es más chamba al mismo precio, quizás el proyecto no llegue a buen puerto. Otro punto importante a analizar es en qué momento de madurez se encuentran sus empresas. Quizás se encaprichan en comprar un Ferrari cuando su gente apenas sabe manejar bicicleta.
  7. Un proyecto sin sponsor está destinado al fracaso: si no hay una persona de alto rango que auspicie los proyectos, que apruebe los recursos, que «corte el queque» cuando se necesite y que conecte con los gerentes y CEO de la empresa, lo más probable es que sus proyectos no tengan éxito, porque cada gerente va a tener sus propias prioridades y sin un sponsor, sus proyectos no van a aparecer ni siquiera en sus agendas. Recuerdo que en un proyecto transversal a la organización que lideré hace unos 4 años, el sponsor y principal interesado era el CEO y todos los meses nos reuníamos con todo el Comité Ejecutivo para presentar los avances y resultados. Lo que sucedía en varias oportunidades, es que acabada la reunión yo enviaba el acta, y los responsables de las actividades no le prestaban mucha atención hasta el día anterior a la reunión cuando se ponían las pilas porque sabían que el CEO iba a estar presente en la reunión de seguimiento. Obviamente no es que yo dejara a los responsables de las actividades a la deriva durante un mes, pero ¿hasta qué punto un Project Manager debe actuar de «niñera» para que las cosas sucedan y se cumplan los tiempos? Quiero pensar que dejaban todo para último minuto porque tenían otros temas urgentes y no porque no les interesara el proyecto o no fueran accountables con sus responsabilidades.
  8. Si un proyecto nace mal, lo más probable es que muera antes de obtener resultados: Esto sucedió en un proyecto que tratamos de implementar y lanzar hace más de 4 años (y que hasta el momento sigue sin tener los resultados esperados y se le sigue metiendo billete). Se trataba de un software de CRM que algunos gerentes pensaron que iba a ser la maravilla en gestión y relacionamiento con los clientes y que habían visto la demo y que todas las funcionalidades nos servían (ver punto 6), y que se había implementado en otras empresas industriales (ver punto 5), y que nosotros seríamos los pioneros en nuestro rubro en implementarlo, etc, etc, etc. Pero creo que lo que faltó antes de invertir un sólo dólar fue levantar las expectativas de los principales usuarios: entender cuáles eran sus funciones, cómo hacían su trabajo, en qué herramientas se apoyaban, etc. No se supone que la empresa se tiene que adecuar a la herramienta (porque eso es fracaso asegurado), sino que la herramienta debe facilitar la forma en la que se hace el trabajo. Quizás si los principales responsables del proyecto se hubieran tomado la molestia de hacer este levantamiento (y si lo hicieron entonces no entiendo cómo decidieron continuar con la implementación), hubieran llegado a la conclusión de que no era el momento adecuado para implementar un CRM en la organización y que quizás la marca de CRM que tenían en mente no era la más adecuada para la empresa. Pero si, hipotéticamente hablando, este proyecto nació de un capricho de algunos gerentes, entonces ellos deberían leer el punto 1.
  9. La gestión del cambio no es floro, realmente importa: la cultura de sus empresas puede matar un proyecto sin que se den cuenta, y eso es parte de lo que está pasando con el proyecto de CRM del punto anterior. Si bien como parte de la metodología de gestión de ese proyecto hubo talleres de gestión del cambio: 1) se hicieron muy tarde (cuando el proyecto ya estaba avanzado) y 2) fueron de esos talleres que se hacen por obligación y que lo que se dicta le entra a la gente por un oído y les sale por el otro. La gestión del cambio debe ser un proceso constante, monitoreado a lo largo de toda la implementación del proyecto, y tener un sistema de alertas en caso se vea que las cosas no van de acuerdo a lo esperado. Además, debe partir del compromiso consciente (y no sólo para la foto) de los líderes de la organización, quienes deben predicar con el ejemplo. Una de las frases que escuché durante este proyecto fue: «si mi jefe no usa la herramienta, ¿por qué yo debería utilizarla?». 
  10. Las metodologías no están escritas en piedra, se pueden (y hasta deben) tropicalizar y fusionar: Finalmente, hace un par de semanas me encargaron gestionar un grupo de proyectos y me pidieron que fusione la metodología tradicional de gestión de proyectos con el marco de trabajo Scrum. Y lo que hice fue analizar el contexto de los proyectos y de los líderes de los mismo, y ver qué buenas prácticas de cada una de estas formas de gestión de proyectos puedo aplicar (como diría Hannah Montana, the best of both worlds, sorry se me sale lo millennial). Hay que ser lo suficientemente flexibles para entender que no debemos aplicar todos pasos o los formatos a rajatabla, sino que debemos aplicarlos según creamos conveniente, ya que para eso tenemos el criterio y el conocimiento del negocio que nos permitirá saber qué aplicar en cada fase. Y si algo no funciona a la primera, nos tocará analizar qué salió mal, pivotear e iterar hasta llegar al modelo de gestión adecuado. Al fin y al cabo, fusionar metodologías de gestión de proyectos es una forma de innovación en procesos.

Si tienen más lecciones aprendidas, no duden en dejar sus comentarios!!!

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Confesión #38: Para crear cultura de innovación hay que generar un movimiento

Hace algunos meses, una persona a la que admiro bastante en el mundo de la innovación me dijo que mi misión, como responsable de innovación dentro de una empresa, era crear un movimiento. Que tenía que ser capaz de hacer que la gente se entusiasme tanto por desarrollar proyectos de innovación como yo, que prácticamente me emociono como niña en Disney cada vez que descubro algo nuevo en el mundo de la innovación. (P.S. aún no he ido a Disney), y que esa energía que contagie me convierta en un imán de personas para encontrar aliados para desarrollar los experimentos que queramos explorar como organización.

Ahora que lo recuerdo suena genial, pero hasta el día de hoy me está costando bastante convertirme en ese «imán» de personas.

Hablando de generar un movimiento, recuerdo que en la especialización de innovación estratégica que llevé el año pasado, me mostraron un vídeo de un TED Talk (creo que el TED Talk más corto de la historia de los TED Talks) en el que Derek Sivers explicaba cómo empezar un movimiento. Acá les dejo el vídeo para que lo vean antes de seguir leyendo (dura 3 minutos y si no lo ven quizás no entiendan lo que sigue).

Como líder de innovación si he estado dispuesta a ser ridiculizada: por las personas que no le ven valor a la innovación, por las que dicen que paro hueveand*, por los que creen que el core business es tan especializado que debemos seguir haciendo lo mismo que hace 50 años, etc.

Y lo que hago no es difícil de seguir, entiendo que es algo nuevo para la organización, pero siempre trato de explicar los temas de innovación como si le estuviera hablando a un niño de 5 años. Como dijo Albert Einstein: «Si no lo puedes explicar de forma sencilla es que no lo has entendido bien».

El tema es que yo no he encontrado aún a mi primer seguidor o seguidora que se lance a la piscina conmigo. Quizás no lo/la he encontrado por los siguientes motivos:

  • Innovar no es parte de las funciones de las personas
  • No hay indicadores cuantitativos (ni cualitativos) que midan la innovación y que les «toquen» el bolsillo a las personas. Me duele pensar que sólo por una evaluación o un indicador que quizás lleve a un aumento salarial las personas se pongan las pilas, pero así es la naturaleza humana y no puedo hacer nada al respecto.
  • En línea con el punto anterior, la mayor parte de personas siempre quieren algo a cambio de su participación. Son contados con los dedos de una mano aquellas personas dispuestas a sacar adelante un proyecto de innovación en su tiempo libre, después de la hora de trabajo o fines de semana. Y como no tengo presupuesto, no puedo ofrecerles nada a estas personas, sólo sangre, sudor y lágrimas (citando a Churchill)
  • El día a día nos consume tanto que no tenemos tiempo para hacer cosas «extras»
  • No se cuenta con un política clara de reconocimiento a la innovación (además del nulo presupuesto que ya les comenté)

Me encanta cuando Derek menciona: «el primer seguidor es el que transforma a un chiflado (o chiflada en mi caso) en un verdadero líder». Por ahora sigo siendo esa persona con ideas estrafalarias que trata de cambiar la forma de hacer cosas, lo que muchas personas pueden entender como más chamba. Y más chamba = no lo voy a hacer si no me pagan más.

Como bien se menciona, un movimiento debe ser público. Yo estoy 100% a favor de democratizar la innovación y hacerla voluntaria. De nada me sirve tener a 4 o 5 personas sentadas en una sala de reuniones «porque sus jefes les dijeron que tenían que estar ahí», porque esas personas quizás lo van a hacer de mala gana o quizás llegue un punto en el que ni siquiera se van a tomar la molestia de participar. (Créanme, me ha pasado)

Entiendo que Recursos Humanos pueda tener a sus super dupers High Potentials, pero si a estas personas no les interesa el tema, van a usar su potencial para lo que les interese y que sepan que les va a traer beneficios en el corto plazo. Por otro lado, si democratizamos la innovación y lanzamos convocatorias abiertas y voluntarias, quizás a la primera o segunda convocatoria no se inscriban «las estrellas» de la organización (quizás si) pero voy a tener por seguro que los que se inscriban lo están haciendo de corazón (porque no tengo nada tangible/monetario que ofrecerles a cambio de su participación, quizás sólo la exposición frente los gerentes cuando tengamos que exponer el proyecto).

Así que mi recomendación para que puedan generar ese movimiento de innovación en sus organizaciones es que se asocien con el área de Recursos Humanos y lancen un reto de innovación (esa pregunta que no deja dormir a sus gerentes o accionistas) a toda la empresa, para ver qué tanta acogida tienen. Quizás la solución a esa pregunta venga del colaborador o colaboradores menos esperados y les genere más valor del que jamás hubieran imaginado. Eso sí, preparen bien las bases de la convocatoria, calendarios de participación, entregables, etc. y no sean tacaños y denle el justo reconocimiento a las ideas que consideren más importantes bajo los criterios que definan como organización. Lo peor que puede pasar es que la primera convocatoria esté tan mal organizada que genere expectativas en los colaboradores que no serán alcanzadas, porque con eso se pierde credibilidad y se puede extinguir esa llama incipiente de movimiento de innovación que tanto deseamos iniciar.

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Confesión #37: Creo que descubrí el síndrome de la innovación posera

No sé si les ha pasado, pero una cosa que me sucede a cada rato desde hace varios meses (y hasta me aburre un poco) es ver cada vez que entro a LinkedIn, y algunas veces en Facebook, fotos de grupos de personas posando frente a una pared/pizarra/foam llena de estos benditos papelitos de colores conocidos bajo la marca registrada de 3M como «Post-its» y con descripciones como: «acá aprendiendo design thinking», «aplicando human centered design», «innovando en la empresa XYZ», etc. y un millón de hashtags como: #Innovación #DesignThinking #Agile #TransformaciónDigital #SCRUM, etc., etc., etc. luego de la frase.

No tengo nada en contra de que la gente lo haga: es su vida, su tiempo y sus redes sociales, por lo que pueden publicar lo que quieran, cuando quieran, como quieran (obviamente sin afectar negativamente a quienes los rodean). Pero todas esas publicaciones me hicieron reflexionar y hacerme una pregunta: ¿Cuántas de las ideas y proyectos construidos en base a esos papelitos con pegamento realmente llegan a analizarse y/o ejecutarse (no digo tener éxito, porque en la innovación no todos los proyectos tienen éxito) y cuántas quedan sólo para la foto y/o para que las áreas de innovación o recursos humanos puedan jactarse de haber «capacitado» a su gente en herramientas y metodologías de innovación?

En base a mi experiencia y conociendo un poco cómo se está desarrollando el ecosistema de innovación en nuestro país, me atrevería a decir, siendo optimista, que la proporción es 90% para la foto y 10% para hacer algo en serio. A este resultado yo lo llamaría la «innovación posera».

¿Cómo sabemos si sufrimos del síndrome de la innovación posera? Algunos de los síntomas más frecuentes que he identificado son:

  1. Te jactas de tener un área de innovación y sólo tienes a una persona con el cargo de «Gerente / Jefe / Coordinador de innovación» sin recursos, gente, ni apoyo de la organización.
  2. Haces talleres y dinámicas de innovación sólo para tomarte fotos y subirlas a las redes sociales de tu empresa y luego botas todo lo trabajado.
  3. Los talleres que realizas son sólo para cumplir con el indicador de horas de capacitación en innovación, ya que la gente que asiste, al salir del taller, no tiene tiempo ni espacio para aplicar lo aprendido.
  4. Obligas a tus colaboradores a participar en estas dinámicas creyendo que así vas a generar la cultura de innovación, pero lo único que logras es que la gente le agarre cólera a estos espacios y metodologías.
  5. Publicas un montón de artículos de innovación en las redes sociales de la empresa, pero no estás desarrollando ningún proyecto de innovación al interior de la organización, porque tu gente no tiene el espacio para juntarse a trabajar en un experimento de innovación, ya que el día a día y «apagar incendios» son más importante o porque simplemente innovar no es parte de sus funciones.
  6. Incluyes la palabra innovación o la conjugación del verbo innovar como parte de tu slogan / misión / visión y más de la mitad de tus colaboradores no entienden lo que es innovación para tu empresa.
  7. No tienes indicadores cuantitativos ni cualitativos en la evaluación de desempeño de tus colaboradores para medir el desarrollo de las iniciativas de innovación en tu empresa.
  8. Crees que innovar es adquirir nuevas tecnologías, implementar un ERP o CRM, tener un chatbot, comprar startups o copiar exactamente lo que hace tu competencia.
  9. Tratas de implementar nuevas tecnologías como sea (drones, realidad virtual, 3D printing, etc.) sin analizar si responden a una verdadero insight / necesidad / dolor de tus usuarios o del negocio.
  10. Incluyes la innovación como parte de tu plan estratégico pero en las reuniones de seguimiento ni siquiera tocan el tema.
  11. Viajas por todo el mundo y asistes a todos los eventos de innovación que puedas para inspirarte y abrir la mente, pero nunca aterrizas nada de lo que aprendiste en estos espacios.
  12. Contratas a consultoras de innovación para trabajar distintos proyectos o que te ayuden a generar diagnósticos e informes sobre tu gestión de innovación y todos sus entregables con conclusiones y recomendaciones terminan con hongos en un cajón.

Si en más de una frase respondieron SI, sugiero que replanteen su perspectiva de la innovación corporativa.

Los riesgos y desventajas de la innovación posera son los siguientes:

  • Que tu gente pierda credibilidad en la palabra innovación, ya que ve es puro bla, bla, bla y la organización no hace nada concreto.
  • Invertir tiempo y recursos adquiriendo una tecnología o software que quizás la empresa nunca necesitó sólo para decir que lo tenían.
  • Gastar plata y tiempo capacitando a tus colaboradores en metodologías de innovación para que luego no puedan aplicar lo aprendido, o peor, que todo les entre por un oído y les salga por otro.
  • Frustración por parte del individuo responsable de innovación, dado que siente que toda la responsabilidad de innovar está en sus manos. Innovación, como Defensa Civil, es tarea de todos.

¿Qué hacer para no caer en la innovación posera?

  • Todos los directivos tienen que ser conscientes de que la innovación es una inversión y que no basta con decir que están comprometidos con innovar de la boca para afuera, sino también poniendo a su gente y sus recursos a disposición del desarrollo de los experimentos de innovación.
  • Lo más importante para generar innovación son las personas, así que tienes que darle a tus colaboradores los espacios y herramientas necesarias para que puedan llevar a cabo distintas iniciativas de innovación.
  • Si vas a tener una persona que se encargue de articular el tema de innovación en tu empresa, bríndale los recursos (gente, presupuesto, etc.) y el soporte necesario para que pueda generar los famosos quick wins que toda la organización espera.
  • Si vas a incluir la innovación en tu plan estratégico, asegúrate de ponerle algunos indicadores y monitorearlos en las reuniones de seguimiento.
  • No publiques tantas cosas sobre la innovación ni alardees a los 4 vientos de que eres una organización innovadora si no le vas a dar a tu gente el tiempo y espacio para desarrollar proyectos de innovación, porque quedas como una organización hipócrita.
  • No obligues a las personas a ser parte de determinadas iniciativas de innovación, todo tiene que darse de manera voluntaria (pero con indicadores que midan los avances). Una vez escuché que una persona experta en temas de innovación dijo: «La innovación es como enamorarse, no es algo que se pueda forzar.» Si te interesa el reto a resolver y conectas a nivel intelectual y emocional con el desafío, todo va a fluir.

La reflexión final de este post es que tratemos de ser conscientes del enorme valor que agrega la innovación en las organizaciones y realmente hagamos el esfuerzo de llevar a cabo proyectos de innovación en nuestras empresas. De nada sirve tener un millón de ideas si se van a quedar anotadas en los post-it pegados en las paredes. Innovación son ideas pero más que todo es sangre, sudor y lágrimas hasta lograr el objetivo o aprender de las experiencias fallidas y lanzarse nuevamente a la piscina. Como dijo Thomas Alva Edison: «El genio es resultado de 1% de inspiración y 99% de transpiración».

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Confesión #36: A cocachos aprendí…(sobre innovación corporativa)

Hace mil años que no escribo y esta debe ser mi enésima disculpa. En esta confesión quería compartirles algo que he estado viviendo en carne propia desde inicios del año pasado.

A fines de marzo 2017, el CEO de la organización donde trabajo desde hace 6 años, me dijo que me iba a encargar del área de innovación de la empresa. En verdad me pareció un reto increíble, fantástico y tan alucinante que ni yo me lo creía. ¿Una chica de 25 años liderando un área de innovación y reportándole directamente al CEO de la compañía? Un sueño hecho realidad para mi, aunque nunca falta uno que otro escéptico pinchaglobos que piensa: «¿y esta chibola que va a hacer?» o «el puesto le queda demasiado grande

Yo creo que la capacidad de las personas para agregar valor y generar cambios positivos no se asocian a la edad. El pensar que sí, es algo totalmente retrógrada y mata el talento en las organizaciones: «porque fulanito o menganita tienen más tiempo en la empresa o más edad, merecen ese puesto» FALSO. Si hay una persona con menos edad o tiempo en la empresa que demuestra ser talentosa, merece la oportunidad de ascender y tener mayores responsabilidades. Un tema que falta bastante desarrollar en las empresas peruanas es la meritocracia y no que la gente suba de puesto por padrinazgo o «vara». Pero ese es otro tema sobre el cual quizás escriba más adelante.

Como dijo Franklin D. Roosevelt: «un gran poder conlleva una gran responsabilidad«. Sabía que esta era mi oportunidad de oro para demostrar de qué estoy hecha y de dar el 1000% para sacar este proyecto a flote, pero también tenía que ser consciente del impacto de mis acciones y decisiones en la organización.

Para ponerlos en contexto, en el 2014 existía una Gerencia de Innovación que luego desapareció y cuyas funciones fueron absorbidas por la Gerencia de Marketing quien estuvo a cargo del tema hasta mediados del 2016. Luego el tema de innovación se enfrió un poco, fue rescatado por el CEO y finalmente encomendado a mi en abril del año pasado.

La misión era clara: ¿cómo crear un sistema de gestión de innovación que se implemente dentro de una sólida cultura de innovación? El reto suena súper motivador, pero no les había contado que yo era (y sigo siendo) la única persona oficialmente designada en el equipo de innovación. Cuando las cosas son así, lo que parece ser un reto alucinante puede llegar a convertirse en una verdadera pesadilla, si es que TODA la organización (empezando por los gerentes) no es realmente consciente de la importancia y la necesidad de innovar.

Lo que quiero contarles en este post son todos los pasos que seguí para diseñar este sistema de gestión de innovación (que aún estoy luchando por tratando de implementar en la organización: misión difícil pero no imposible). Quizás les pueda servir para los que estén leyendo este post y también sean los encargados de implementar áreas de innovación en sus organizaciones.

  • Lo primero que hice fue un diagnóstico de innovación en la empresa. Identifiqué cuáles eran las área y procesos que desarrollaban lo que en esa época entendíamos por innovación en la compañía y descubrí cómo se conectaban entre sí (a veces ni existía la conexión, pero bueno). Este diagnóstico me sirvió como punto de partida para saber dónde estaba parada.
  • Inmediatamente después de mi nombramiento oficial, me reuní con distintos gerentes para preguntarles cuál era su expectativa del área de innovación y cómo se la imaginaban. Podrán deducir que obtuve tantas respuestas distintas como entrevistas hice. Esto me hizo entender que no teníamos un consenso de lo que significaba la innovación para la empresa y eso es una gran señal de alerta.
  • En este proceso (y gracias a Dios) contamos con la ayuda del centro de innovación de la corporación a la que pertenece la empresa, que nos ayudó un poco a organizarnos y a definir dos cosas: qué era la innovación para nosotros y qué facilitadores e inhibidores teníamos como organización para que la innovación fluyese libremente.
  • Siempre hay que ser humildes para reconocer las cosas que no sabemos y ser curiosos para aprender más sobre los temas que nos toca liderar. Es así como me dije a mi misma: «Tú eres Administradora de profesión y nunca has llevado ningún curso formal (porque charlas y cursitos cortos sobre emprendimiento e innovación si había llevado) relacionado a innovación. Llegó la hora de capacitarse«. Y es así como rompí mi chanchito y buscando entre las distintas ofertas de capacitación en innovación en Lima, me inscribí en el Programa de especialización en innovación estratégica de la Universidad del Pacífico. Luego de ese programa me sentí mucho más preparada para implementar todo lo aprendido. También, por pura curiosa acerca de metodologías ágiles, me inscribí en un taller de 3 días de Scrum (dictado por la empresa Kleer) y me certifiqué como Scrum Master en noviembre 2017 por la Scrum Alliance.
  • Mi jefe de esa época también creyó importante capacitarme y me envió al Innovation Suite LATAM 2017 de la consultora israelí SIT, donde me capacitaron para convertirme en «Arquitecta de innovación». Es importante que las organizaciones apuesten por capacitar a sus talentos, más aún si les están encomendando nuevas funciones (mi posición no existía antes de abril 2017).
  • Pero ojo que la capacitación no lo es todo. También hay que ser curiosos e investigar qué están haciendo otras empresas alrededor del mundo con respecto a la innovación, es decir, hacer benchmarking. Es así como me pasé varias horas de mis jornadas laborales (incluso después de mi hora de salida, incluidos fines de semana) leyendo y buscando info acerca de este tema. DISCLAIMER: NO HAY RECETA MÁGICA PARA LA INNOVACIÓN CORPORATIVA. Pueden encontrar cientos de modelos «exitosos» de innovación de consultoras, empresas, etc. pero jamás va a funcionar si tratan de implementarlo tal cual en sus organizaciones. Cada organización es diferente y debe ser responsable de analizar toda la información que existe acerca del tema y armar su propio sistema o modelo de gestión ad hoc a su cultura, capacidades, recursos, infraestructura, etc. Sino, el modelo «copy paste» está destinado al fracaso. Un sistema de gestión de innovación tiene que ser co-creado, no puede salir de la mente de una o dos personas en la organización.
  • Un tema que vino de la mano con mi nuevo puesto fue el ser representante de la organización en SHIFT. ¿Qué es SHIFT? «Una comunidad de empresas e instituciones pioneras que trabaja de forma colaborativa para fomentar y acelerar la innovación y el intraemprendimiento.» Pienso que en la actualidad no hay ninguna empresa peruana que pueda jactarse de ser la non plus ultra en innovación y espacios como los de SHIFT sirven para compartir experiencias e intercambiar buenas prácticas en gestión de innovación entre los distintos actores del ecosistema de innovación peruano.
  • Hablando de ecosistema, otro tema que hice fue conectarme con ese ecosistema que por ahora es de regular tamaño (por no decir pequeño). Si me preguntan ¿quiénes conforman el ecosistema? Son todas aquellas instituciones e individuos que trabajan de forma colaborativa para impactar positivamente en la sociedad a través de la innovación. ¿Y cómo me conecto con el ecosistema? Pues asistiendo a ciertos eventos y conferencias donde se traten temas de innovación corporativa o innovación en general. Para eso tienen que ser lo suficientemente curiosos para descubrir esos eventos. Un buen punto de partida es Joinnus.
  • Como al principio me sentía más perdida que cuy en tómbola, empecé a buscar en LinkedIn a personas que tuvieran el cargo de Gerentes de Innovación o alguna responsabilidad relacionada a innovación en sus empresas y los agregaba escribiéndoles en un breve mensaje quien era yo y cuál era la razón por la que quería agregarlos a mi red. Los eventos y cursos también son un muy buen espacio para conectarse con expertos en innovación (empezando con los profesores y expositores) por lo que pueden agendar reuniones con ellos para conversar del tema o quizás ellos puedan ponerlos en contacto con otras personas que puedan ayudarlos.
  • En línea con el punto anterior también me pasó el caso inverso. Yo fui la que recibió un mensaje en LinkedIn de un chico de una empresa industrial, que recién había pasado al área de innovación de su empresa y me quería pedir algunos consejos. Con la mano en el corazón le dije que yo no era una experta en el tema, que recién estaba empezando mi trayectoria en este mundo de la innovación, pero que estaría encantada de juntarme con él a conversar. Tuvimos una reunión muy productiva y le conté prácticamente lo que les estoy contando en este post. En parte esa reunión me sirvió de inspiración para esta publicación.
  • Otra cosa que también hice fue armar una hoja de ruta de la innovación en la empresa. Después de haber investigado a profundidad el tema, definí qué quería lograr (obviamente alineado al plan estratégico), cómo pensaba a lograrlo y qué necesitaba para lograrlo. No les había comentado, pero a parte de estar sola, no tenía un presupuesto aprobado para innovación. Es duro empezar sin recursos, pero vale la pena intentarlo. Y obviamente para el 2018 si armé mi presupuesto en base a todo lo que esperaba lograr este año (incluyendo gente), pero como siempre sucede, uno pide $ x y le aprueban $ x/20. Y con respecto a la gente, me dijeron que no iban a haber nuevas contrataciones. En otras palabras, seguiría sola luchando por la innovación.
  • Finalmente, algo en lo que estoy trabajando en la actualidad es en tener una política clara de reconocimiento a la innovación. Si no se tiene la innovación como prioridad, se la van a pasar mendigando y pidiendo «favores» a toda la organización: ¿Por favor puedes «prestarme» a fulano o mengana para desarrollar un proyecto de innovación? y de ahí vienen las respuestas de los jefes: pero no es su chamba, pero estamos full en el área con temas más urgentes, etc. Prácticamente, todo el mundo me dice «ahorita no joven» y así jamás voy a llegar a ningún lado. Esa política de reconocimiento tiene que mostrar claramente que cada proyecto de innovación va a tener un impacto positivo en la organización y que el esfuerzo de los equipos va a ser justamente reconocido. La organización tiene que ser flexible para poder brindarles a sus colaboradores, de todas las áreas, la posibilidad de participar de manera voluntaria en distintos experimentos de innovación.

Lo que más me ha costado en esta jornada es desarrollar mi capacidad de trabajar en un entorno incierto, porque no es como otros puestos de trabajo donde la tienes clara desde el principio, con manuales y procedimientos. En esta aventura, yo tengo que crear todo desde cero y me fascina esa libertad, pero obviamente necesito el apoyo de la organización porque sola no voy a llegar muy lejos. Y también siento que he desarrollado bastante tolerancia a la frustración: escuchar frases como: «¿En qué te pasas todo el día? Seguro estás hueveand*», «ahorita no hay tiempo para esos proyecto, hay temas más urgentes que resolver» o «la innovación es pura finta» son el pan de cada día. Así que hay que saber no dejarse bajonear por esos comentarios y demostrarle a la organización que la innovación sí agrega valor y que es indispensable para la supervivencia de la compañía en un entorno tan competitivo como el que vivimos hoy.

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