Confesión #12: Hasta la Mujer Maravilla necesita ayuda…

Como ya les había confesado anteriormente en una publicación en la Fanpage del blog, si bien crecí viendo las películas de las princesas de Disney (donde las princesas eran rescatas por sus respectivos príncipes), también crecí viendo la serie de la Mujer Maravilla, cuando ésta era interpretada por Lynda Carter. Acá les dejo el intro de la serie, con esa pegajosa melodía, para refrescar la memoria:

En los 90’s cuando veía esta serie (tendría entre 7 y 9 años), siempre me llamó la atención esta heroína, porque me parecía absolutamente genial que una mujer sea la encargada de salvar al mundo del mal. (Pero ahora, pensándolo bien, no necesitaba estar en ropa de baño para hacerlo, pero bueno). Para mi, la Mujer Maravilla era un ejemplo a seguir: una mujer fuerte, valiente, autosuficiente, cuya misión era proteger a los ciudadanos de las amenazas que se pudiesen presentar, utilizando sus superpoderes para el bien.

Si bien, ya estoy algo grandecita para creer en los superpoderes, siempre he creído que en verdad, todas y todos tenemos superpoderes, pero que se traducen en talentos. Y el tener un talento, conlleva una gran responsabilidad, ya que debemos saber cómo usarlos para ayudar a los demás y transformar el mundo en un lugar más pacífico y sustentable donde poder vivir. Sin embargo, hay personas que se dejan seducir por el lado oscuro de la fuerza, y utilizan sus talentos para el mal, pero la idea es que seamos más las personas que los usemos para el bien, y podamos contrarrestar toda la maldad y la mala vibra generada por esos perversos individuos.

También existen personas que sabiendo cuáles son sus talentos, simplemente no les da la gana de compartirlos, ya sea por flojera o porque no les interesa; o algo aún más triste, personas que jamás llegan a descubrir sus talentos y su propósito en la vida, por estar viviendo a través de los sueños de alguien más.

«Todos tenemos un propósito en la vida…un don único o un talento especial que dar a los demás. Y cuando mezclamos ese talento único con el servicio a los demás, experimentamos éxtasis y júbilo en nuestro espíritu, que es la última meta de todas las metas» – Dr. Deepak Chopra

Así que las invito a descubrir sus talentos y su propósito en esta vida. Sé que suena una tarea titánica, pero con el tiempo ustedes mismas los van a ir descubriendo, si es que ya no lo han hecho. Y si quieren darse una idea, este gráfico las puede ayudar:

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El hecho de tener a la Mujer Maravilla como referente, (y creerme en parte una Mujer Maravilla) me hizo creer, ingenuamente, que yo podía con todo lo que quería emprender, que con mi idea de emprendimiento social iba a cambiar el mundo de la noche a la mañana, que era lo suficientemente capaz como para lanzar mi proyecto sin ayuda, pero no podía estar más equivocada. Me creí capaz de ser la CEO, CMO, CTO, CFO (y demás letras del abecedario) de mi propio emprendimiento. Hasta que, un buen día, hace algunas semanas, me di cuenta que no podía hacerlo sola.

No sé si les ha pasado con sus ideas de negocio, pero siento que esta idea de emprendimiento social, es como mi hija. La vi nacer en mi cerebro en febrero de este año, la vi crecer poco a poco en este tiempo. En los primeros meses, tuve que dejarla de lado para priorizar otros temas profesionales (y me sentí una pésima madre), pero luego la volví a tomar entre mis brazos para seguir cuidándola y ayudándola a crecer, porque en verdad tengo fe que se puede convertir en una exitosa herramienta catalizadora de la buena vibra de las personas que se identifiquen con la iniciativa.

Y así como madre, un poco celosa, no hablaba mucho de mi idea con los demás, por miedo a que se la roben. Pero después, analizándolo bien, es un poco infantil creer que si no cuentas tu idea, no se la van a robar. Cada día surgen miles o millones de ideas en el mundo, pero el hecho que nazcan no significa que lleguen a una etapa de madurez y escalamiento rápido. Hay ideas que sólo se quedan en eso, ideas. Pero cuando concibes una idea con la que sueñas cada noche, que te hace hervir la sangre y en la que tienes depositada toda tu esperanza, sabes que ha llegado el momento de dar el siguiente paso. Pero ese siguiente paso no lo puedes dar sola, tienes que rodearte de gente que pueda apoyarte a hacer ese sueño realidad.

Al igual que la Mujer Maravilla, que es una de las fundadoras de la Liga de la Justicia (para expandir el alcance de la lucha contra el mal), nosotras también tenemos que encontrar a esos otros superhéroes y superheroínas que se quieran unir a nuestro equipo, porque realmente se sienten identificados con nuestra misión y quieren que el proyecto salga adelante y tenga éxito.

Y ahí es cuando me surgió otra pregunta bastante obvia ¿si no le cuentas tu idea a los demás, cómo se supone que se quieran unir a tu equipo? Poniéndome en los zapatos de mis futuros socios y socias, yo jamás entraría a un proyecto con el cual no me sienta 100% identificada y sea consciente del impacto positivo que se piensa lograr. Es así como, después de pensarlo varias veces, elaboré el primer borrador de mi pitch, lo imprimí y empecé a llamar a mis amigos y amigas más cercanas, que supiera que podrían conectarse con el proyecto, y los agendaba para vernos a la hora de almuerzo o después de la oficina (ya que como sabrán por un post anterior, a parte de emprendedora, también soy intraemprendedora).

Obviamente no es fácil encontrar a otros «locos» y «locas» (en el buen sentido de la palabra) que se quieran unir a ti, al principio, sin un fin monetario. Porque, como sabrán, al inicio de toda startup, no es que se cuente con el financiamiento de la vida. Tienes que empezar poco a poco, quizás con fondos propios o recurrir a familiares y amigos, para que con una pequeña suma de capital puedas, aunque sea, tangibilizar tu idea en un producto mínimo viable.

Aún sigo en la búsqueda de mis superhéroes y superheroínas, pero creo que voy por el camino correcto. Así que con fe, energía y a seguir en esta ardua pero interesante búsqueda. Ya les contaré cuando tenga a mi Liga de la Justicia completa.

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