Confesión #13: El secreto está en encontrar el equilibrio (aunque sea difícil)

En estas dos últimas semanas, han ocurrido varios sucesos que me impidieron escribir un post la semana pasada, pero que me sirvieron de inspiración para el post del día de hoy.

Ser una emprendedora e intraemprendedora a la vez, no es fácil, lo admito. Pero es la forma en la que he decidido vivir en la actualidad y no me arrepiento. Y se preguntarán, ¿por qué escogí este estilo de vida que es difícil y agotador? Porque siento que debo vivir mi vida al máximo y tratar de hacer que cada día cuente para llegar a lograr el cambio que quiero ver en la sociedad.

Cada una es libre de vivir su vida de la mejor manera que considere, luchando por alcanzar sus metas personales y profesionales, siempre y cuando no afecten de manera negativa a los demás, ya que como sabemos, nuestros derechos terminan donde empiezan los  de los demás.

Para ponerlas en contexto, les cuento un poco cómo es mi día a día:

  • Me levanto entre 6:30 y 7:00 am y me alisto para ir a la oficina.
  • Llego a la oficina a las 8:00 am, me sirvo la primera taza de café del día y tomo desayuno mientras leo mi mail corporativo.
  • Durante el día asisto a reuniones, ayudo a las personas que me reportan (desde hace algunos meses tengo 2 personas a mi cargo y es una experiencia totalmente nueva y gratificante, de la cuál les hablaré en otro post), y cumplo con mis entregables de la jornada.
  • Trato de salir entre las 17:00 y 18:00 horas (si es que no se presentan reuniones o temas urgentes que atender al final de la tarde, de ser así, puedo quedarme hasta más tarde)
  • Trato de ir al gimnasio dos veces por semana (si es que no estoy molida del día de chamba), ya que, como dicen: «menta sana, en cuerpo sano». Voy a un centro de entrenamiento funcional, donde practico Cardiobox, que es una rutina súper entretenida y con la cual me desestreso y boto toda la mala vibra.
  • Regreso de la oficina o del gym a mi casa y me tomo otra taza de café (la 3era o 4ta del día, aunque sé que está mal que tome tanto café porque me puede empeorar la gastritis, pero necesito estar despierta)
  • Abro mi laptop y me pongo a trabajar en dos cosas: uno, mi emprendiemiento social y dos, en este blog. Me puedo pasar horas en internet buscando contenido interesante para compartir con ustedes en el blog o en la FanPage, porque siento que hay tanta información relevante que merece ser compartida y me gusta contribuir con la causa, a través de las redes sociales de este blog. Y con respecto a mi emprendimiento, busco nuevas herramientas que aplicar para aterrizar aún más mi idea de negocio, hago benchmark con ideas similares tanto en Perú como en otros países, hablo con amigos que tienen experiencia en el sector para que me ayuden, agendo reuniones de trabajo, entre varias otras actividades que me entretienen tanto, que termino durmiendo entre 12 y 1:00 am. Y a levantarse temprano al día siguiente para ir a trabajar.
  • A veces, las reuniones de trabajo acerca de mi emprendimiento las agendo como after office, o en otros casos los fines de semana.
  • Y es así como vivo de lunes a viernes.
  • Sábado y domingo el panorama cambia un poco. Como les comenté en el post de las charlas de Creative Mornings, me considero una marmota a la que le encanta dormir, y como podrán imaginar, después de toda la semana ajetreada que tengo, lo único que quiero es que llegue el viernes en la noche, para poder reunirme con Morfeo las 48 horas que tiene el fin de semana. Pero igual hay que aprovechar el tiempo en este par de días.
  • Los sábados normalmente me levanto cerca al mediodía, y me encuentro con el dilema existencial de desayunar o almorzar. Luego de haber comido, pongo manos a la obra. A seguir navegando por internet y a seguir desarrollando mi proyecto. Algunos sábados me inscribo en cursos que se relacionan con temas que son de mi interés, como por ejemplo: gestión del voluntariado o formulación de proyectos sociales. Si están interesados en este tipo de cursos, les recomiendo que visiten la FanPage de PADSIC. Algunos sábados salgo con mis amigas y amigos a tonear, aunque cada vez menos (quizás ya me estoy volviendo vieja) porque ahora disfruto más una conversación tranquila con una copa de vino o una salida al cine, que ir a una ruidosa discoteca donde a las justas se puede bailar por la cantidad de personas que dejan ingresar (zurrándose en las capacidades máximas de aforo del local y las indicaciones de Defensa Civil)
  • Y finalmente llega el domingo. Si salí el día anterior hasta la madrugada, tengan por seguro que no me levanto hasta el mediodía. Si no salí, me levanto temprano a desayunar con mi mamá (que es bastante madrugadora, y me apena no haber heredado eso de ella) y luego del desayuno tomo un break. El domingo es un día sagrado en mi familia. Todos los domingos almorzamos juntos y conversamos de lo que nos ha sucedido durante la semana, ya que, de lunes a viernes, todos andamos tan metidos en nuestros asuntos que casi ni nos vemos. Luego del almuerzo, vemos una película en Netflix o a veces estoy tan cansada de la semana que me tomo una rica siestita dominguera. Luego me levanto y a organizar todo para el lunes, buscar inspiración para escribir un post, y en caso me quede tiempo, leer uno de los tantos libros que me he comprado y que a la fecha no he podido ni empezar a leer.

Y es así es como vivo cada semana, feliz de la vida. Pero déjenme decirles que también soy humana y me agoto física y emocionalmente. A veces, tomo vitaminas y minerales para tener más energía y por las noches alguna que otra pastilla para relajarme y dormir, porque tanto estrés de la oficina, más el desarrollo de mis proyectos personales, puede hacer que conciliar el sueño sea una misión imposible.

Cuando le cuento mis planes a mi jefe (quien además de jefe, es un verdadero líder), me dice que voy a colapsar, pero la verdad es que por ahora puedo manejarlo, y cumplo con todo lo que se me ha encomendado en el trabajo. Les doy un consejo: si escogen este estilo de vida, no pueden bajar su rendimiento en la oficina. Ser intraemprendedoras es un gran reto, ya que debemos seguir agregando valor en todo lo que hacemos y cuestionando el status quo por el bien de la organización. Además, tenemos una responsabilidad con la empresa que nos contrata (por eso firmamos un contrato cuando ingresamos). Así que, mientras estén en la oficina deben olvidarse de su emprendimiento y concentrarse en dar lo mejor de ustedes, y una vez que salgan de la oficina, la tortilla se voltea: olvídense de la oficina hasta el día siguiente y pongan toda su energía en desarrollar sus proyectos. Eso es lo que yo hago y me funciona bastante bien.

Si les dicen que son unas cobardes por no renunciar a su trabajo y dedicarse sólo a emprender o que no pueden llamarse emprendedoras por seguir trabajando de manera dependiente (me ha pasado), simplemente no les hagan caso. Es más fácil criticar a los demás, que ver sus propias limitaciones. Cada una emprende a su manera y a su debido tiempo, no hay una fórmula única para emprender. Así que, no se apresuren, hagan todo a su debido tiempo y de la mejor manera posible.

Mi mamá también se preocupa por mi, dice que me inscribo en muchas cosas y que no me tomo el tiempo suficiente para relajarme. No sé si será la energía de la edad (tengo 24 años) o las ganas por cambiar el mundo, las que me hacen tener esa dosis extra de adrenalina para hacer todo lo que hago semana a semana.

Pero la idea no es terminar con surmenage o burnout (colapso por estrés y agotamiento mental), internada en una clínica sin poder hacer nada. La idea, como les comento en el título de este post, es encontrar el equilibrio entre su trabajo de oficina, el desarrollo de su emprendimiento, sus hobbies, el tiempo con su familia y amigos y el tiempo para ustedes mismas. De vez en cuando, es bueno olvidarse del mundo que nos rodea y escuchar nuestra voz interior, ya que ella, mejor que nadie, sabe que lo nos pasa y si todo anda bien.

Algunas personas podrán decir que es imposible tener todo esto en la vida, que siempre vamos a tener que renunciar a algo para conseguir lo que queremos (y quizás si tengamos que hacer algunos pequeños sacrificios, como las horas de sueño o de diversión), pero yo si creo que es posible encontrar el balance, si nos ponemos metas realistas en plazos realistas. Por más que queramos, no podemos cambiar el mundo de la noche a la mañana, así que, mientras logramos ese cambio, hay que disfrutar el proceso.

Quizás, algún día, por distintos motivos de la vida, tenga que elegir entre una de las dos opciones (ser emprendedora o intraemprendedora), pero hasta que ese día llegue, seguiré disfrutando lo mejor de ambos mundos.

Para terminar, quiero dejarles esta frase que me encanta:

“No importa qué tan lento vayas mientras no te detengas” – Confucio

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